Mis novelas

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miércoles, marzo 08, 2023

SIMONE DE BEAUVOIR

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Aprovechemos, amigos, este mes de la mujer para hablar de una figura central para la filosofía, las letras y también para eso ahora llamado “estudios de género”.  

Se trata de Simone de Beauvoir, una mujer única, que fuera la pareja sentimental e intelectual del existencialista Jean Paul Sartre.    

Esta filósofa, constituye un personaje de referencia en mi formación. Y no porque sea yo tan antigua ni porque haya vivido en Francia...  Resulta que mi abuela materna, ella sí, contemporánea de Simone, era también una mujer contestataria, rebelde, que no perdía ocasión para demostrar que sus capacidades no eran inferiores a las de ningún varón.  Autodidacta y lectora insaciable, una de las autoras favoritas de mi abuela era, por supuesto, Simone de Beauvoir, con quien tenía un curioso parecido físico.  

Desde mi infancia, mis mejores lecturas eran las recomendaciones de esa abuela, quien alimentaban mi voracidad por los libros. Leí pues, las Memorias de una joven formal, durante mi adolescencia. Continué, ávida, con los siguientes tomos de la autobiografía de la autora. Admiré, como ella, a Jean Paul Sartre y devoré a Camus y a Gide. Me transportaba con la imaginación y gracias a las fotografías de mis libros de texto del Colegio Francés, al París de los cafés poblados por artistas y escritores que hacían de esos sitios llenos de gente, su lugar de trabajo. 

Pero más allá de mis recuerdos, hablemos un poco de esta importante figura.

Simone nos legó una vasta obra que comprende novelas y ensayos filosóficos. Entre los segundos se encuentra el Best seller que constituye una de las piedras fundamentales del movimiento feminista: El segundo sexo, aunque ella no se consideraba a sí misma feminista, sino solamente defensora de la igualdad. Se definía como un ser con corazón de mujer y cabeza de hombre. Tal definición encierra algunas de las contradicciones de la Beauvoir que quizá no han sido suficientemente analizadas. Ella estaba segura de que hombres y mujeres estamos dotados de capacidades iguales. Así lo sostuvo no sólo en ese libro fundamental, sino a través de toda su obra. Sin embargo, guardaba una posición ambigua, yo diría que de inferioridad, hacia Sartre, por quien sentía una admiración que rayaba en la devoción. Por un lado, eran colegas, compañeros, discutían y revisaban sus trabajos. En su libro La fuerza de la edad, ella afirma: Éramos de una misma especie y nuestro entendimiento duraría tanto como nosotros… Pero a través de su propio relato se percibe en muchos momentos una especie de subordinación.

Su relación amorosa, muy poco convencional, tuvo también algunos tintes de desigualdad. Simone habla en sus memorias de que, durante los primeros años de su relación con Jean Paul, vino a formar parte de su vida una joven de origen ruso, Olga, alumna de ella, con quien Sartre tuvo relaciones; el asunto se convirtió en un triángulo amoroso del que Simone salió bastante lastimada. Porque a pesar de poseer cabeza de hombre, que quería decir, un claro poder de raciocinio, poseía corazón de mujer, es decir, una gran sensibilidad, capacidad de amar y, por ende, una naturaleza fácilmente herible con los reveses del amor.

Jean Paul Sartre fue el gran amor de Simone, pero nunca lo expresó en términos románticos pues, fiel a su militancia existencialista, a su defensa de la libertad en todos los aspectos, se guardó de traicionar dichos principios hablando de dependencia. Pero lo refleja a gotas a través de toda su obra y también de su vida. La experiencia con Olga y Sartre, el triángulo amoroso, le sirvió de inspiración para su primera novela, La invitada, con la que inició su obra literaria propiamente dicha. En esta novela, como en las posteriores, la ficción no está enraizada en la imaginación de la autora, tampoco en anécdotas ajenas o en la historia. Se desplanta a partir de sus propias vivencias. Ella está ahí, en los zapatos de alguno de sus personajes y, con ella, los seres y las situaciones de su realidad. Sartre la animaba a escribir sus sentimientos íntimos: Yo tenía una forma particular de sentir, de reaccionar a todo y era esto lo que debía expresar…, confiesa.

En efecto, esta gran autora, afortunadamente para quienes podemos gozar de sus letras, llevó sus vivencias y pensamientos al papel. Era, antes que nada, una escritora. En sus propias palabras: Una mujer “escritora” no es una mujer que escribe sino alguien en quien toda la existencia está dirigida por la escritura.

Que sea marzo, amigos, un buen momento para acercarnos a Simone de Beauvoir, a su sensibilidad, pensamiento, gusto por la vida y a su escritura comprometida. Pero también, por qué no, una motivación para atrevernos a sentir y a vivir de acuerdo con nuestras propias ideas.


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