Mis novelas

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martes, diciembre 28, 2021

EL DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Inocente palomita

Que te has dejado engañar

Sabiendo que en este día

En nadie debes confiar

 

¿Cuántas bromas te han hecho hoy, amigo, amiga, terminando con esta estrofilla y, luego, con la carcajada del bromista que goza tanto este día? Y es divertido, ¿no crees? Salvo algunas bromas que rayan en lo pesado, la creatividad y la gracia se imponen en este 28 de diciembre, día que la Iglesia Católica dedica a los llamados Santos inocentes, y que la picardía popular ha convertido en la fecha para sorprender a los amigos con algún engaño inocente.

Pero ¿Quiénes son en realidad estos santos? En el calendario litúrgico, esta fecha se refiere a un capítulo de los evangelios, donde se narra la llegada de unos reyes de Oriente a Jerusalén, al palacio del rey Herodes. Estos personajes informan a su par judío que han venido siguiendo la estrella, señal del nacimiento de un gran rey de reyes. Como se imaginarán, Herodes entra en pánico; trata de averiguar quién es este peligro para su corona. Pero los visitantes deciden no darle más informes, pues sospechan de la actitud de su anfitrión. Herodes, para conservar su poder, da la crudelísima orden de degollar a todo infante de dos años o menos en toda Judea. Estos niños, víctimas de la locura del poder, son los santos inocentes.

Tal relato espeluznante no tiene sustento en la historia laica. Cuando yo escribía la novela El pez de alabastro, ubicada precisamente en aquellos tiempos y lugares, revisé las fuentes históricas que los estudiosos consideran “serias”. Ninguna de ellas menciona una matanza de tal magnitud. El autor que dedica buena parte de su obra a la llamada “era herodiana”, Flavio Josefo, escribió que Herodes, ya gravemente enfermo del cuerpo y de la mente en los últimos años de su reinado (los cuales coinciden con la época del nacimiento de Jesús), estaba obsesionado y lleno de rencor contra el pueblo judío, pues a pesar de haberlo gobernado por más de tres décadas, mantenido una posición bastante honrosa ante el poderío romano y construido grandes obras de ingeniería y arquitectura, entre ellas el templo de Jerusalén, mucho más fastuoso que el del legendario Salomón, nunca lo había aceptado ni menos, amado. Entonces, este poderoso tirano, para obligar a que en cada casa de la nobleza judía se guardara luto cuando él falleciese, hizo apresar a los primogénitos de esas familias orgullosas de su estirpe y dejó firmada la orden de que en el momento que él muriera, se ejecutara a esos niños y jóvenes.

Tal absurdo mandato no se cumplió. En cuanto Herodes dejó de respirar, su hermana Salomé aconsejó a Arquelao, el heredero, liberar a los detenidos como primera acción de gobierno para granjearse su gratitud.

Eso dicen las dos versiones de la historia, amigos, y para quienes creen en la comunicación desde el más allá, compartiré un dato más: durante la investigación para mi novela, una amiga que practica el espiritismo, convocó al espíritu de Herodes a la sesión de su grupo. El monarca se presentó y, a través de ella, me envío un mensaje: agradecía que alguien se preocupara por reescribir su historia y me pedía que le dijera a la gente de este tiempo que no es responsable de la matanza de bebés que le achaca la historia sagrada…

¿Quién tiene razón y quién trata de engañarnos, como a inocentes palomitas? Ustedes decidan.

miércoles, diciembre 22, 2021

LOS NACIMIENTOS

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Estamos en plena temporada navideña. Las decoraciones luminosas llenan las calles, las fachadas de las casas, los escaparates de los comercios. Predominan los arbolitos, heredados de la tradición anglosajona, con sus vistosas esferas. Y los simpáticos Santa Claus, también provenientes de Europa por la vía de nuestros vecinos norteños. Pero basta con pasear un rato por las calles de Metepec, recorrer los talleres y tiendas de artesanía, asomarse por la ventana hacia el interior de los hogares, para comprobar que más nuestro, y más entrañable que todos esos vistosos motivos, es el tradicional “nacimiento”, también llamado “belén”, “pesebre” o “portal”.

Esta representación de la escena en que pastores, animales, ángeles y José y María, adoran al niño dios, recién nacido en humildísimas condiciones, es una de las costumbres más antiguas y bellas de esta temporada.

Cuenta la tradición que, en 1223, Francisco de Asís viajaba por su natal Italia predicando la sencillez, la pobreza y la fraternidad entre todas las criaturas del Señor, cubierto sólo por harapos y calzando unas rudimentarias sandalias. Era la víspera de Navidad en aquellas montañas y sorprendió a la pobre comitiva, una copiosa nevada. Por fortuna, pudieron refugiarse en la ermita de Greccio. En señal de gratitud y alabanza, a Francisco se le ocurrió representar la escena del natalicio de Jesús con un nacimiento viviente, es decir, representando él y sus hermanos a los protagonistas de la historia sagrada e incluyendo a los animales del pesebre.

Esta manera de recordar la venida del Mesías se generalizó por Italia, a veces con personas y, cada vez más, con figuras modeladas en barro o talladas en madera. La inclinación artística de los italianos, la influencia renacentista y luego la barroca, hicieron que estas figuras y la representación toda, se fuera sofisticando y se convirtiera en lo que los artistas postmodernos llaman una “instalación”, llena de creatividad y belleza.

Dos siglos más tarde, Carlos III llevó tal costumbre a España, de donde pasó, gracias a los frailes franciscanos, a las colonias de América, entre ellas a nuestro país. En Nueva España, donde resultaba tan común el uso del barro para figuras ceremoniales y ornamentales, se comenzaron a hacer bellos nacimientos en ese material, a los que se sumaron motivos regionales, como los guajolotes, nopales, magueyes y pastorcillos vestidos a la usanza mexicana.

Se adoptó también la práctica del “arrullo”, una bella costumbre que consiste en colocar la figurilla del niño Jesús en una sabanita y arrullarlo cantando villancicos y la nana “duerme y no llores”. Luego, se le da besar a cada uno de los asistentes, para posarlo al fin entre José y María. Finalmente se reparten los aguinaldos, se quiebra la piñata y se sirve la cena navideña.

Metepec, tierra de alfareros, es fiel a la tradición del nacimiento. En los hornos de sus artesanos se cuecen, año con año, cientos de figuras del llamado “misterio”, es decir, la sagrada familia junto con los animales del pesebre, amén de pastores, ovejas, ángeles y todos los personajes que la imaginación sea capaz de incluir en un nacimiento. De todo el país y aun del extranjero llegan compradores para llevar a sus casas, iglesias y lugares de trabajo dichas piezas artesanales.

miércoles, diciembre 15, 2021

ABDULRAZAK GURNAK

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Una grata sorpresa ha resultado, este año, la decisión de la Academia Sueca en cuanto al otorgamiento del máximo galardón de las letras a Abdulrazak Gurnah, un escritor británico, aunque nacido en Zanzíbar en 1948, del que poco o nada habíamos escuchado en el mundo de habla hispana. La academia ha destacado "su penetración intransigente y compasiva de los efectos del colonialismo y del destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes".

Autor de novelas en inglés, sus obras más famosas son Paradise (1994), En la orilla (2001) y Desertion (2005). Sus investigaciones se centran en el postcolonialismo, así como el colonialismo especialmente relacionado con África, el Caribe e India.

Con esta distinción yo, como muchos de mis colegas, recupero la confianza en ese tribunal que había dado, en los últimos años, mucho de qué hablar.

Otorgar un reconocimiento a la trayectoria es, sin duda, un acto de justicia siempre aplaudido. Si bien alguien que dedica su vida a una tarea, a una pasión, no lo hace en busca de premios y galardones, no dejan de resultar una deliciosa golosina que se agradece y constituye una motivación para seguir adelante.

En cuanto nos enteramos del premio a este autor, anunciado hace un par de meses, quienes habitamos el mundo de los libros corrimos a enterarnos de su vida, su obra y a tratar de obtener algún ejemplar de la misma. Fue difícil porque solo tres de sus obras habían sido traducidas al español y estaban totalmente agotadas.

Pero por fortuna ya se reeditó Paraíso, la cuarta de sus 10 novelas, considerada su obra maestra y que se desarrolló a partir de un viaje de investigación a África Oriental, alrededor de 1990; es un relato sobre la mayoría de edad y una triste historia de amor en la que se estrellan diferentes mundos y sistemas de creencias.

Del primer capítulo, comparto este fragmento:

En aquella época vio a dos europeos en el andén. Eran los primeros que veía en su vida, pero aun así no se asustó, por lo menos al principio. Iba a menudo a la estación para ver la entrada de los trenes, estruendosos y llenos de gracia, y luego esperaba hasta que volvían a ponerse en movimiento bajo las órdenes que el ceñudo guardavía indio impartía valiéndose de un banderín y un silbato. En ocasiones, Yusuf esperaba durante horas la llegada de un tren. Los dos europeos también esperaban, de pie bajo un toldo, con el equipaje y otros enseres voluminosos apilados con esmero a corta distancia. El hombre era corpulento, y tan alto que tenía que agachar la cabeza para no tocar el toldo bajo el cual se protegía del sol. La mujer, cuyo resplandeciente rostro aparecía parcialmente oscurecido por dos sombreros, estaba un poco detrás de él, en la sombra. Llevaba una blusa blanca con volantes abotonada en el cuello y las muñecas y una falda larga que le rozaba los zapatos. También era grande y alta, pero de manera diferente. Mientras ella daba la impresión de estar hecha de alguna materia maleable, como si fuese susceptible de adquirir otra forma, él parecía haber sido tallado de un solo trozo de madera.

A causa de la pandemia, la entrega del Nobel no se realizó el 10 de diciembre en Estocolmo, de manos del rey, sino en sendas ceremonias sencillas en el país de cada galardonado. Menos glamour, pero la misma importancia para la carrera de Abdulrazak Gurnah.

martes, diciembre 07, 2021

HAITÍ

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Puede que tengan razón quienes niegan la mano del destino, la buena o mala estrella con que nacen personas o lugares… pero la historia de Haití hace reflexionar al más escéptico.

Haití, ubicada en la isla de Santo Domingo, llamada La Española por Cristóbal Colón, es puerta de entrada al continente americano. Por su geografía, rodeada del transparente Caribe, con playas de arena blanca y suave y encantadoras selvas tropicales, debería ser un sitio cercano a la idea de paraíso. Sin embargo, la suerte no ha distinguido a este rincón latinoamericano.

El primer asentamiento fundado por el propio Colón, en 1492, fue bautizado como La Navidad. Se trataba de un pequeño fuerte construido con los despojos de su nave La Santa María, que encalló en la isla. Ahí dejó el almirante a 39 españoles y siguió su viaje. Cuando volvió, casi 10 años más tarde, habían sido ultimados por los nativos.

De ahí en adelante la muerte, principalmente debida a las enfermedades traídas por los europeos, además de luchas, crueldades y el asedio de los piratas, ultimó a la población indígena que pasó, de unos dos millones de habitantes, a solo 60,000.

Para España la isla perdió atractivo pues no se encontró en ella ningún yacimiento de metales preciosos como en el continente, desde Nueva España hasta el Perú. Semi abandonada por los españoles, empezaron a llegar colonos franceses. En 1697, España cede a Francia la parte occidental de la isla que, desde entonces, se denominó Saint Domingue. Estos colonos galos habían encontrado una fuente de riqueza distinta a los metales: el azúcar que tanto apreciaban.

Proliferaron las plantaciones de caña y, para trabajar en ellas, la importación inhumana de esclavos negros.

Con el tiempo, las grandes potencias de la época: Francia, España e Inglaterra, reconocieron el valor estratégico de las islas caribeñas y no dejaron de disputarse –a veces por la vía diplomática y, muchas otras, por medio de las armas— el dominio de esos preciados territorios.

Hacia finales del siglo XVIII, las ideas ilustradas, el triunfo de la independencia de las 13 colonias de América del Norte y de la Revolución francesa, incidieron en el clima de la colonia francesa, donde la injusta organización social constituía el campo fértil para la rebelión.

Consciente de la importancia de conservar su isla caribeña, Napoleón Bonaparte envió, en 1802, un contingente de 24,000 hombres a apagar los focos de rebeldía. Estaban comandados por el general Leclerc, casado con Paulina Bonaparte (quien por cierto, acompaña a su esposo al largo viaje). Leclerc murió de fiebre amarilla y Paulina volvió a Europa. Como consecuencia, en 1804 los haitianos, auxiliados por Gran Bretaña, declararon su independencia.

Hasta aquí parecería una historia feliz: era el primer país independiente de América Latina. Sin embargo, las cosas no fueron tan gratas como suenan: los líderes de la revolución, antiguos esclavos, convirtieron el país en su coto personal de poder y resultaron más tiránicos que los propios gobernantes coloniales. El primero de ellos, de apellido Dessalines, se autoproclamó emperador de Haití bajo el nombre de Jacques I. Lo sucedió Henri Christophe, autonombrado rey Henri I, quien se hizo construir seis castillos, ocho palacios y la fortaleza Laferrière, una de las maravillas de la época.

Bajo tales gobiernos despóticos y sin sentido, los embates de la naturaleza que prodiga terremotos y huracanes sin tregua a la isla, además de la falta de apoyo de los Estados Unidos, que se negaron a reconocer a un país gobernado por esclavos negros, y las luchas continuas contra las autoridades españolas de Santo Domingo y de Cuba, Haití no ha pasado nunca de ser el más pobre y ninguneado de los países latinoamericanos.

Sobre el tiempo y los personajes de la independencia haitiana, les recomiendo ampliamente un clásico de las letras: la novela El reino de este mundo, de Alejo Carpentier.

martes, noviembre 30, 2021

NAPOLEÓN

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En 1769, en una isla del Mediterráneo, María Letizia Ramolino daba a luz un hijo más, el segundo de los ocho que tendría, sin imaginar siquiera el destino inmenso que se abría ante él. La isla había sido vendida un año antes a Francia por la República de Génova. Sus habitantes, los corsos, no se sentían franceses en absoluto y guardaban rencor a Italia por haberse deshecho de ellos como una mercancía. El esposo de María Letizia, Carlo di Buonaparte, aristócrata de Córcega, llamó a su hijo Nabulione.

Durante su infancia temprana, este niño huraño y retraído, mal estudiante, excepto en matemáticas, no daba aún cuenta de su genialidad. Tal vez, porque como él decía: no puedo escribir bien porque me arrastran dos corrientes: la de las ideas y la de mi mano. Las ideas son más veloces y, por tanto, adiós a los caracteres.

Fue hasta después de los diez años, cuando ingresó junto con su hermano José a la Real Escuela Militar de París, que comenzó a mostrar sus aptitudes y, a los 16 años, fue comisionado como teniente de artillería. Al estallar la Revolución, este joven militar comenzó a destacar por su determinación, su capacidad y su valor, convirtiéndose en un personaje importante bajo el régimen del Directorio. 

Al frente del ejército francés, emprendió con gran éxito la invasión de Italia. Querido por sus tropas, temido por el enemigo, siguió dando cuenta de su genio, de su profundo conocimiento de la estrategia militar tradicional y su capacidad para aplicarla en el momento y la forma necesarias para vencer; asimismo, fue un maestro en materia de espionaje y simulación. Me creen afortunado porque soy hábil: pero los hombres débiles son los que acusan a los fuertes de tener suerte, afirmaba.

Una vez ocupada Italia y terminadas las negociaciones con Austria para respetar los nuevos límites territoriales, Napoleón volvió a Francia, donde se le recibió como un héroe. Entonces propuso emprender una expedición para colonizar Egipto, en la que participaron, además de la fuerza militar, un buen número de científicos e investigadores. Esto era algo novedoso, que granjeó a Bonaparte la simpatía de muchos ilustrados de la época.  En Egipto consolidó su poder, ordenó la abolición de la servidumbre y el feudalismo y garantizó los derechos básicos de los ciudadanos. Fue llamado por los egipcios Sultán Kebir, que significa Sultán de Fuego. Se me considera severo y duro. Tanto mejor, eso me exime de serlo, decía.

Desde Egipto, Napoleón estudiaba la situación europea y se preparaba para regresar. Volvió a la escena francesa cuando su país estaba seriamente amenazado por la Segunda Coalición, formada por la alianza de los enemigos de Francia: Gran Bretaña, Austria, Rusia, Portugal y Nápoles. Bonaparte se presentó como el personaje fuerte, tanto en lo militar como en lo político, y se puso a la cabeza del golpe de estado del famoso 18 de Brumario, que lo convirtió en Primer Cónsul y, al poco tiempo, en Cónsul vitalicio. Desde el Consulado, emprendió importantes reformas en todas las áreas de gobierno, desde obras públicas, educación, relaciones exteriores y reconciliación entre facciones internas. De esa época es el Código napoleónico, fundamento de las legislaciones de muchos tiempos y lugares, todavía en nuestros días.

Pero la ambición de poder del general corso no tenía límite. No conforme con el consulado vitalicio, consiguió auto coronarse emperador de Francia y emprender el ensanchamiento de las fronteras del Imperio, iniciando las guerras de conquista más atrevidas de varios siglos. No soy sucesor de Luis XVI, sino de Carlomagno, aseguraba y, picado por el aguijón enajenador del poder, llegó a pensar, como todos los grandes de la historia, que tenía una misión escrita en las estrellas: el hombre de genio es un meteoro destinado a quemarse para alumbrar un siglo. En efecto, este hombre dejó su marca en la historia, no solamente de Francia, sino de buena parte del mundo. Entre su legado, además del Código y otras leyes, están innumerables y majestuosas construcciones, así como importantes descubrimientos en Egipto. Inspiró y protegió a muchos artistas, entre ellos Beethoven y Víctor Hugo. Pero desgraciadamente, esa huella estaba llena de sangre: fueron millones de soldados, tanto de los suyos como de sus enemigos, los que murieron durante las batallas que provocó. Uno de sus más furiosos críticos, Thomas Jefferson, lo calificó como “el Atila de nuestro tiempo”, quien: ha causado la muerte de cinco o diez millones de seres humanos, la devastación de otros países, la despoblación del mío, el agobio de todos sus recursos, la destrucción de sus libertades…Ha hecho todo esto para hacer más ilustres las atrocidades perpetradas, para engalanarse a sí mismo y a su familia con diademas y cetros robados.

Luces y sombras propias del ser humano, enormes en los que destacan.

miércoles, noviembre 24, 2021

EL LUGAR SIN LÍMITES

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La necesaria atención a los derechos de los grupos llamados minoritarios (que ya no lo son tanto), es uno de los temas más frecuentes de estos días. Por ello es interesante remitirse a una de las novelas más atrevidas, en su momento, de la literatura latinoamericana.

Se trata de El lugar sin límites, obra indispensable del chileno José Donoso. Ambientada en una pequeña población llamada la Estación de El Olivo, narra la vida de algunos de sus pobladores, dentro y alrededor del burdel del pueblo.

Con pluma exquisita, Donoso define a los personajes típicos del ambiente: un cacique empeñado en mantener al pueblo en el atraso, para su beneficio económico; la dueña del burdel protegida por él, su hija, excelente administradora; Pancho, dedicado a hacer fletes en su camión, quien tiene una relación de atracción/odio por la estrella del burdel, la Manuela, una transgénero. Él/ella es el personaje central de la novela y está descrita con una maestría conmovedora y un gran valor de este autor para tratar el tema en 1966.

El argumento es tan aplicable a cualquier pueblo de la América Latina, que, una década después, Arturo Ripstein la adaptó a la realidad mexicana y la llevó a la pantalla grande.

En mi opinión, una de las raras ocasiones en que la versión cinematográfica no desmerece ante la novela. Hay que resaltar la actuación de Roberto Cobo en el papel de la Manuela, especialmente en una escena hacia el final de la película, donde baila flamenco para Pancho, personificado por Gonzalo Vega.

Esta escena es también estelar en la novela de Donoso. Comparto un fragmento de ella:

El achurado regular, el ordenamiento que situaba al caserío de murallones derruidos, la tendalera de este lugar que las viñas iban a borrar –y esta casa, este pequeño punto donde ellos, juntos, golpeaban la noche como una roca: la Manuela con su vestido incandescente en el centro tiene que divertirlos y matarles el tiempo peligroso y vivo que quería engullirlos, la Manuela enloquecida en la pista: aplaudan. Marcan el ritmo con sus tacos en el suelo de tierra, palmotean las mesas rengas donde vacilan los chonchones. La Cloty cambia el disco.

Pancho, de pronto, se ha callado mirando a la Manuela. A eso que baila allí en el centro, ajado, enloquecido, con la respiración arrítmica, todo cuencas, oquedades, sombras quebradas, eso que se va a morir a pesar de las exclamaciones que lanza, eso increíblemente asqueroso y que increíblemente es fiesta; eso esta bailando para él, él sabe que desea tocarlo y acariciarlo, desea que ese retorcerse no sea sólo allá en el centro sino contra su piel, y Pancho se deja mirar y acariciar desde allá… el viejo maricón que baila para él y él se deja bailar y que ya no da risa porque es como si él, también, estuviera anhelando. Que Octavio no sepa. No se dé cuenta. Que nadie se dé cuenta.

Así sugiere Donoso lo que antes se negaba y que todos sabemos: es muchas veces la inclinación, el deseo, lo que provoca el rechazo a lo que la mente y la sociedad han encasillado como prohibido, como sucio… El maestro chileno de la pluma trata también, en esta novela, la terrible realidad de la violencia contra personas como la Manuela, así como el miedo permanente en que viven.

Les recomiendo mucho este libro y, una vez que lo hayan leído, vean la película de Ripstein, ambas obras valen mucho la pena.

miércoles, noviembre 17, 2021

DON PORFIRIO EXILIADO

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Un personaje del que todavía nos falta distancia temporal para poder valorar sin apasionamiento, es Porfirio Díaz, el dictador cuya mínima sensibilidad hacia los desfavorecidos provocó la Revolución mexicana y empañó su imagen de patriota, héroe en la guerra contra los franceses y, sin duda, un administrador con visión progresista y globalizada.

El mayor hierro de Díaz fue, como el de muchos en la historia de la humanidad, perpetuarse en el poder. Ningún gobernante es perfecto, y prolongar los periodos en el poder, no hace más que profundizar las áreas de omisión o desatención por su parte.

Mi abuelo creció bajo su gobierno y lo sobrevivió por medio siglo; participó años después en la Secretaría de Hacienda de gobiernos post revolucionarios. En su archivo personal (que últimamente he estado revisando), guardaba la copia de una carta enviada por Don Porfirio al ministro de Hacienda y Crédito Público, desde su exilio en Francia. La comparto con ustedes que, seguramente, tendrán opiniones de toda índole sobre su contenido:

Por el periódico oficial acabo de saber que el Gobierno de la República ha ordenado se me pague el haber que la ley concede al General de División retirado, con más de cuarenta años de servicio.

No obstante que aún no se me comunica oficialmente, me dirijo a Ud. Permitiéndome suplicarle se sirva dar sus órdenes, a fin de que los $6,570 seis mil quinientos setenta pesos, importe anual de mi pensión, se apliquen por mitad, al Colegio Militar y a la Escuela de Aspirantes, con instrucciones para que cada uno de esos establecimientos, divida la suma que le corresponde, en tantas fracciones como primeros y segundos premios obtengan los alumnos, al finalizar el año escolar.

Con este pequeño donativo a cada alumno premiado, quiero obsequiar a los abnegados patriotas en cuyo honor militar se ha de fincar la paz, tan indispensable para la prosperidad y respeto internacional de mi Patria, ya que en mis actuales circunstancias, no puedo ofrecerle mis servicios en los días que me queden de la vida que sin reserva le consagré.

Dicha carta, firmada en Francia en enero de 1912, destila ironía. Su estilo formal y amable no consigue ocultar la frustración, el rencor de un hombre que, si bien se equivocó en las áreas que antes mencioné, estuvo seguro de haber dado lo mejor de sí para su Patria, a la que sin duda amaba.

Cabe mencionar que la pensión de que habla la carta era una cantidad ridícula (más o menos el 150% del ingreso anual de una enfermera en ese tiempo), si consideramos las pensiones millonarias que, más cerca de este tiempo nuestro, se otorgó a los expresidentes y a los generales en retiro.

Ahí les dejo el tema. Será un gusto recibir sus opiniones.

miércoles, noviembre 10, 2021

DOS REINAS MEXICAS

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En este año propicio para reivindicar a varios personajes de la historia prehispánica, vale la pena hablar de dos mujeres clave en la dinastía de los huey tlatoque (plural de tlatoani) del imperio mexica.

La primera de ellas era una princesa colhua, Ilancueitl, hija de Nauhyotl, señor de Culhuacan y fundadora del linaje mexica al casarse con Acamapichtili. Se cree que Ilancueitl fue en realidad la primera gobernante de Tenochtitlan, a partir de 1299, mientras su esposo la acompañaba como Cihuacóatl o sacerdote principal. Luego le habría pasado el mando a él y, posteriormente, a su hijo Acamapichtli, a quien sucedería en el trono su hermano, Huitzilihuitl.

Como las fuentes son diversas, imprecisas y a veces contradictorias, no hay una certeza sobre el gobierno de esta primera pareja de la dinastía colhua-mexica, pero es un hecho que, quien portaba la sangre real y tuvo un papel de primer nivel en el gobierno, fue la princesa Ilancueitl, cuyo nombre se interpreta como “la de la falda antigua”. (Yo diría, la de la falda bien puesta).

Sobre la segunda ocasión en que una mujer ocupó el puesto de huey tlatoani tenemos más información:  Se trata de Atotoztli, pájaro de agua, hija única de Moctezuma o Motecuhzoma I, esposa de Tezozómoc y madre del también emperador o tlatoani Axayácatl, quien extendió el señorío mexica a este valle matlatzinca.

Como decía, dan cuenta del gobierno de Atotoztli varias fuentes históricas, entre las que destaca el testimonio de Fray Toribio de Benavente, Motolinía, en su obra Historia de los Indios de la Nueva España, que dice que ella gobernó entre 1469 y 1481. Otros cronistas de la época, como Francisco López de Gómara y Fray Jerónimo Mendieta apuntaron que Axayácatl gobernó después de su madre.

De la obra del historiador decimonónico Manuel Orozco y Berra, comparto el siguiente párrafo:

Muerto Moctecuhzoma sin hijos legítimos, heredó una hija suya llamada Atotoztli, lo cual no se pone en el catálogo de los reyes, porque era mujer o que no hacen número o cuenta sino de los varones legítimos herederos. Atotoztli casó con Tezozomochtli, hijo de Itzcoatl, y tuvo varios hijos, entre ellos Axayacatl, Tizoc y Ahuizotl, quienes sucesivamente reinaron en México. Esta genealogía adoptamos como más auténtica. Atotoztli reinó de 8 a 9 años, cuyo tiempo se cuenta en el reinado de Moctecuhzoma… lo cierto es que, Atotoztli, mientras vivió, gozó de honores reales.

La figura de esta reina misteriosa me inspiró para darle su nombre a uno de los personajes de mi más reciente novela, De estirpe guerrera. En ella también cuento la historia de otra princesa mexica, Tecuichpotzin, la hija de Moctezuma II.

Te invito a leerla y saber más de nuestras raíces.

martes, noviembre 02, 2021

EL PANTEÓN MUNICIPAL DE METEPEC

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Hoy es el tradicional Día de Muertos, y desde anoche, la gente se ha volcado a los panteones a acompañar a sus difuntos, festejarlos, iluminar, limpiar y ornar sus tumbas, además de haber preparado, en casa, la ofrenda donde se completará el banquete dedicado a ellos.

Cabe, pues, repasar algunos datos históricos sobre el Panteón Municipal de Metepec, situado muy cerca de esta cabina radiofónica desde donde les saludo, a ustedes, amigos vivos y también a los difuntos.

En febrero  de 1849, el entonces síndico, Mariano Jiménez, dirigió un oficio al Ayuntamiento de la Villa de Metepec en donde comentaba a los integrantes del gobierno la necesidad de construir un camposanto en la periferia de la cabecera municipal, ya que el existente en la parroquia de dicho sitio carecía de las necesidades básicas requeridas por los cementerios de acuerdo con la ley estatal y las ordenanzas municipales; también argumentaba que en épocas pasadas la población se había visto azotada por las epidemias que aquejaron al país y que un nuevo brote de cólera morbus se encontraba en Europa y era muy probable que se disipara por América.

El señor Jiménez preparó un proyecto para iniciar la construcción del cementerio que incluía, el lugar de construcción, la búsqueda de fondos para la empresa, participación ciudadana, creación de una junta colectora de fondos, y algunos aspectos arquitectónicos como la barda perimetral, capilla, y criptas hechas a similitud de panteones de la capital del Estado.

El documento fue recibido por el alcalde 1° don Anselmo Robles, quien aprobó la construcción. La obra inició el 22 de febrero del mismo año erigiendo la barda de adobe, pero por la falta de recursos económicos, en el mes de marzo, el alcalde Robles solicitó al prefecto del distrito de Toluca, Sr. José María Benítez, vender algunas propiedades del ayuntamiento para extraer fondos, lo cual fue negado por el superior gobierno, quien aconsejó seguir con los recursos que la población aportara.

El lugar exacto del camposanto estuvo originalmente donde hoy se ubica la Secundario Oficial Miguel Hidalgo y Costilla, terreno que para mediados del siglo XIX se encontraba a las afueras de la Villa. Existe una placa de piedra en uno de los muros del edificio que muestra el año de 1907, fecha probable del cambio de terreno a su ubicación actual.

Al hacer una visita de campo por las principales tumbas se pueden visualizar dentro de las más antiguas las pertenecientes a: Isabel Terrón (1911), José Gregorio (1913), Manuel Gutiérrez (1914), Bernarda Vilchis (1914), Felipe Córdeva (1922), Rafael Estévez (1928).

El panteón actual está dividido en cuadrantes, y en su parte central se erige una tumba-monumento de mármol dedicado al expresidente municipal Amador Sámano quien, según la placa delantera, murió trágicamente en 1922. En una de las bardas más antiguas se observan los bloques de adobe y restos de caballerizas que sirvieron a una edificación anterior.

Afortunadamente, el Panteón Municipal ha recuperado su aspecto original, para realce de la fiesta de los difuntos que alberga.



martes, octubre 26, 2021

BOHUMIL HRABAL

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Hace poco más de diez años le conté a mi amigo Rafael Ramírez Heredia (qepd) que visitaría Praga. Me recomendó que no dejara de ir a tomarme una cerveza en la taberna El Tigre Dorado, el sitio favorito del escritor Bohumil Hrabal, donde todavía se conservaba, bajo una cornamenta de venado, la mesa que habitualmente ocupaba ese talentoso checo.

No fue fácil cumplir con la recomendación. La mujer que guiaba nuestro recorrido nos dijo que era un sitio que los praguenses protegían de los turistas, deseando evitar que le arrancaran el espíritu tradicional y localista. Sin embargo, ante los ruegos de mi esposo y el argumento de mi interés literario en el personaje, finalmente accedió a introducirnos furtivamente.

La taberna, semejante a todas las de la zona, se encuentra en el sótano de una vieja construcción. Es oscura, ruidosa e impregnada de los penetrantes aromas de la cocina checa y su cerveza, envueltos en humo de fuerte tabaco.

De haber leído antes a Hrabal –cuyos fabulosos libros, confieso, no conocía entonces— habría disfrutado el doble la experiencia. Sin embargo, al introducirme más tarde en las magistrales líneas de su obra, las imágenes, las voces, los aromas del Tigre Dorado se materializan de nuevo en mi memoria.

Las novelas de ese mago de la pluma y la ironía me han hecho reír, pensar y sufrir como pocos.

Su traductora al español y biógrafa Monika Zgustova, dice con razón que Bohumil era un filósofo, que hay en su obra tanto de literatura como de filosofía. Una filosofía profunda, desgranada a través de su escritura como por casualidad, a raíz de situaciones cotidianas, y envuelta siempre en un humor negro y fascinante.

Como bien dicen, para muestra un botón, y aquí lo comparto:

Hace treinta y cinco años que trabajo con papel viejo y ésta es mi love story. Hace treinta y cinco años que prenso libros y papel viejo, treinta y cinco años que me embadurno con letras, hasta el punto de parecer una enciclopedia, una más entre las muchas de las cuales, durante todo este tiempo, habré comprimido alrededor de treinta toneladas, soy una jarra llena de agua viva y agua muerta, basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos, soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuáles he adquirido leyendo, y es que durante estos treinta y cinco años me he amalgamado con el mundo que me rodea porque yo, cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos. Por regla general, prenso unas dos toneladas por mes, y para tener fuerzas para este bendito trabajo, durante treinta y cinco años he bebido tanta cerveza que con ella se podría llenar una piscina olímpica o una buena cantidad de viveros de carpas navideñas. De esta manera, a pesar de mí mismo, me he vuelto sabio y ahora me doy cuenta de que mi cerebro es un fajo de pensamientos prensados en la prensa mecánica, mi cabeza calva es la nuez de Cenicienta, y sé bien que los tiempos en los que el pensamiento estaba inscrito en la memoria humana tenían que ser mucho más hermosos; si en aquel tiempo alguien hubiese querido prensar libros, tendría que haber prensado cabezas humanas, pero tampoco eso habría servido para nada, porque los verdaderos pensamientos provienen del exterior, van junto al hombre como su fiambrera de fideos y por eso todos los inquisidores del mundo queman los libros en vano, porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste incluso mientras lo devoran las llamas, y es que un verdadero libro siempre indica algún camino nuevo que conduce más allá de sí mismo.

Así comienza la historia de Hanta que desde hace treinta y cinco años trabaja en una trituradora de papel prensando libros y reproducciones de cuadros.

Con una hermosa prosa poética Bohumil Hrabal, que entre muchos otros oficios también trabajó como triturador de papel, nos trasporta en “Una soledad demasiado ruidosa” (1977) a un mundo triste y solitario que refleja su pasión por los libros.

 

miércoles, octubre 20, 2021

LOS CENOTES

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

    La península de Yucatán, donde los mayas construyeron fascinantes ciudades –entre ellas Chichén Itzá, maravilla del mundo—, constituye uno de los parajes naturales más sorprendentes del planeta. Algunos geólogos sostienen que esta porción de tierra es parte de un gran arrecife que emergió debido a movimientos telúricos o quizás, a causa de la colisión con otro cuerpo celeste, como el meteoro que cayó en Chicxulub hace unos 65 millones de años, causando la extinción de los dinosaurios.

    La peculiar geografía de esta península, su suelo calcáreo, orografía plana, microclima y su sistema de ríos subterráneos que forman los llamados cenotes, le permiten albergar especies vegetales y animales únicas, y la convierten en un sitio enormemente atractivo para los visitantes.

    Los cenotes más conocidos son los de forma redonda, con paredes verticales. El ejemplo más famoso de este tipo es el Cenote Sagrado de Chichén Itzá. Hay otras formas en los que la boca es de un diámetro de menores dimensiones que el del embalse, como formando una olla. También existen cenotes-grutas, en los que el agua se encuentra a gran profundidad. Otros, con forma de cuenca, forman lagos y lagunas que pueden alcanzar grandes dimensiones.

    En tiempos remotos, los mayas –esos pobladores de avanzadísima cultura que han llenado de enigmas las páginas de nuestra historia—, se asentaban alrededor de esos enormes depósitos de agua fresca y transparente, tanto por razones de supervivencia como debido a que, en su cosmovisión, los cenotes constituían la entrada al paraíso, al mundo de dicha eterna que moraban los dioses.

    Hoy, uno de los mayores retos para los aficionados al buceo es recorrer los kilométricos laberintos dentro de esas cavernas acuáticas y admirar las formaciones de sus rocas, los efectos de la luz que se cuela a través de los pequeños orificios de la roca y se refracta en las aguas purísimas. Los arqueólogos buscan en sus profundidades objetos y restos de los ritos de aquellas civilizaciones con la esperanza de encontrar claves que ayuden a descifrar los misterios de los antiguos mayas, principalmente el inquietante enigma del abandono de sus enormes centros urbanos.

    Imaginar la vida de esas comunidades, unas en medio de selvas ricas en especies vegetales y animales, otras, a un lado del Caribe transparente, aparece ante nuestros ojos cansados de asfalto, ruido y contaminación, como una estampa del paraíso.

    Por fortuna, podemos visitar esos sitios todavía no arruinados por completo bajo la voracidad de nuestra destructora especie. Ver las ruinas que dan testimonio de la majestuosidad de las antiguas ciudades mayas; gozar de esas playas azul turquesa y blanca y suave arena; internarnos en las selvas y manglares y sumergirnos en los frescos cenotes. Además, degustar la deliciosa gastronomía del sureste. 

martes, octubre 05, 2021

METEPEC CAPITAL DEL ESTADO

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Era un día frío de febrero, de los que cada vez escasean más en este Valle. Pero esa mañana, en el año de 1848, temblaban como nunca los habitantes de la capital del Estado, especialmente el gobernador Francisco Modesto de Olaguíbel y los miembros del Congreso estatal. Menos de treinta años habían transcurrido desde la orgullosa Declaración de la Independencia Nacional cuando el general Cadwalader del poderoso ejército norteamericano, instalado desde el 8 de enero en el convento de San Francisco y el mesón de la Plaza de Zaragoza de la ciudad de Toluca, se dirigió al gobernador para exigirle que recaudara y le entregara contribuciones de la población. Con ello evitaría, le amenazó, que su columna de seiscientos hombres bien armados iniciara hostilidades. 

Un mes llevaban estos soldados allí, en forma supuestamente pacífica; pero las autoridades mexiquenses desconfiaban; sabían con qué fiereza luchaba aquel ejército, que ya ocupaba la capital de la República a pesar de las heroicas defensas de Padierna, Churubusco, Molino del Rey y Chapultepec. Esos gringos eran salvajes y sacrílegos, decía la gente de Toluca, se habían atrevido a violar el sagrario de la Iglesia del Carmen para regar las hostias consagradas por todo el atrio.

Los legisladores expresaban la necesidad de trasladar los poderes del Estado a un sitio seguro, para evitar, como afirmó el diputado Tomás Ramón del Moral: “que en lo de adelante no podamos hacer el más insignificante arreglo sin obtener el previo beneplácito de esa nación, exclusivamente preocupada de intereses materiales…”. Se refería, desde luego, a los Estados Unidos.

Diputados y gobernador coincidían en la premura de tal medida. Se pusieron sobre la mesa los nombres de varios pueblos y villas. Finalmente se decidió mudar el gobierno a Sultepec, para alejarlo varios kilómetros de Toluca. El viaje se emprendió de inmediato.

Pero quiso el destino que se interrumpiera en la primera etapa del camino, en este lugar: Metepec, por entonces un pueblo tranquilo, dedicado a la agricultura, la alfarería y la fabricación de sillas con asiento de tule. Pueblo que poco recordaba de su gloria colonial, cuando fuese Cabecera de Doctrina, y menos del tiempo en que se erigiera como uno de los poblados principales del Señorío Matlatzinca.

Aquí tuvo efecto, el 7 de ese mismo febrero de 1848, el relevo de gobernador ante el Congreso, que aceptó la renuncia de Olaguíbel y nombró a Manuel Gracida gobernador provisional del Estado.

El pueblo de Metepec se trastocó: de la noche a la mañana se había convertido en la capital del Estado. Aunque esto duró solamente hasta el 28 de abril del mismo año, es decir, menos de cuatro meses, ya nada era lo mismo: había comenzado una carrera sin fin llamada progreso. Llegaron nuevos habitantes, demandaron mayores servicios, construyeron modernas edificaciones.

El gobierno estatal miraba al pueblo con gratitud y decidió oficializarla otorgándole el título de “Villa”. El 15 de octubre de 1848, cuando la emergencia nacional había pasado gracias al tratado de Guadalupe Hidalgo, los legisladores Teodoro Riveroll, diputado presidente y los diputados secretarios José del Villar y Bocanegra y Simón Guzmán, firmaban el Decreto número 97 del Congreso Local, por cual este sitio dejaba de ser un pueblo para llamarse “Villa de Metepec” y solicitaban al nuevo gobernador del Estado, Mariano Arizcorreta, hiciese imprimir, circular y ejecutar dicho decreto.

El progreso no permitió a la Villa volver a aletargarse. La población siguió creciendo; la imagen urbana cambiaba rápidamente pero los servicios que ofrecía el gobierno municipal se quedaban siempre atrás de los requerimientos de la población. En 1988 se consiguió un nuevo título y, con él, un mayor presupuesto para Metepec. El decreto de la legislatura del Estado de México apuntó:

“Se eleva a la categoría política de Ciudad, a la Villa de Metepec…”

El carro del progreso se aceleró en Metepec a partir de ese hecho, aparentemente fortuito. 

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...