Hoy
quiero recordar a Mario Benedetti, el imprescindible escritor uruguayo, quien
vivió una larga vida, con momentos muy duros: la necesidad de abandonar los
estudios prematuramente para mantenerse; el exilio, lejos de su amada esposa;
la penosa enfermedad y muerte de ella. Este hombre generoso, sensible,
queridísimo por sus numerosos amigos, fue autor de una obra extensa que abarcó
todos los géneros, alrededor de dos ejes fundamentales: el amor y la conciencia
social. Su estilo sencillo, su decisión de llevar a la literatura el hablar de
su gente, la profundidad de sus pensamientos, lo sorpresivo de sus imágenes
poéticas y la ternura que provocan sus palabras, le permitieron la inusual
suerte de ser a la vez popular y reconocido por varios críticos, aunque algunos
menospreciaron su obra debido, precisamente, a su sencillez. A pesar de sus
detractores, Benedetti recibió galardones por todo el mundo y se convirtió en
referente de la poesía latinoamericana y, también, en un best seller.
En
esta era del cine, la televisión y las redes, pocos poetas han atraído, como
él, lo mismo a jóvenes que a adultos.
Sería
imposible decir cuál de sus cerca de ochenta libros es el más importante.
Elegir entre el Benedetti cuentista, el novelista o el autor dramático, capaz
de hacernos estremecer con obras como Pedro y el Capitán, Montevideanos o La
Tregua.
Pero
hoy que su vida física se ha extinguido, esa vida que vibró con el amor, como
él mismo lo aseguró en el prólogo de su poemario El amor, las mujeres y la
vida, y encontró en ese misterioso sentimiento la inspiración de sus más bellos
poemas, quisiera honrar su memoria recordando éste, que guardo siempre entre
mis poesías favoritas:
Corazón coraza
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
Y también, amigos, este otro poema, que cobra el valor de
un testamento, un vaticinio de la eterna permanencia de la fascinante obra de
este talentoso uruguayo.
Chau número tres
Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.