Mis novelas

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jueves, enero 18, 2024

GARIBALDI, UN REVOLUCIONARIO QUE DEJÓ HUELLA

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

¿Por qué se puso el nombre de Plaza Garibaldi a ese lugar famosísimo, ubicado en el corazón de la Ciudad de México, visita obligada para los turistas, a dónde acuden los jóvenes enamorados en busca de un grupo de músicos para llevar serenata, o a ahogar su despecho en tequila, en ponche de granada o toritos, oyendo canciones de ardido en el Salón Tenampa o en otro de los bares tradicionales de ese lugar?

Pocos nos hemos hecho esa pregunta, formulada en estos días por un amigo italiano, a quien intriga que el héroe de la unidad de su patria se honre en este sitio que, aparentemente, nada tendría qué ver con él.  La respuesta sorprenderá a muchos.

Resulta que la Plaza Garibaldi no lleva ese nombre en honor del legendario Giuseppe Garibaldi, héroe del Risorgimento italiano, incansable guerrillero que luchó también en América del Sur, al frente de la Legión Italiana que contribuyó, en 1846, a la Independencia uruguaya. Para entonces, Giuseppe ya había pertenecido al movimiento Giovine Italia, fundado por Giuseppe Mazzini, que fracasó en el intento de liberar a su país del yugo austriaco, en 1834. A causa de esta derrota, Garibaldi se exiló primeramente en Brasil, donde conoció a Ana Ribeiro da Silva, “Anita”, quien sería por años su compañera de armas, esposa y madre de cuatro de sus hijos.

De Sudamérica, Giuseppe volvió a Europa para ponerse a las órdenes del Papa Pío IX, quien comenzó su reinado eclesiástico con un sello marcadamente liberal y fue un gran apoyo para el movimiento de unidad de los estados italianos, por entonces divididos en varios reinos, muchos de ellos sojuzgados por las grandes potencias de la época.

La suerte se acercó y se alejó varias veces del incansable y tenaz Garibaldi, quien consiguió, finalmente, al frente de sus legendarios Cacciatori delle Alpi, la unidad de Italia, entregando la corona de esta nación a Vittorio Emmanuelle, monarca constitucional.

Esta época crucial en la historia italiana, es el tema de la novela El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, que fue llevada al cine con Burt Lancaster, Gina Lollobrigida y Alain Delon en los papeles estelares. Un clásico de la literatura y también del cine.

Un nieto del ídolo italiano, heredero no sólo del nombre: Giuseppe Garibaldi, sino también de la pasión revolucionaria, luchó, con el grado de teniente coronel, en las filas de Pancho Villa. Su destacada actuación en la batalla de Nuevo Casas Grandes, le dio fama entre las filas villistas. De ahí que se decidiese inmortalizar su nombre bautizando con él la plaza que hasta entonces se llamara Pila de la Habana. Parece ser que poco después de la gloria militar, Garibaldi cayó de la gracia de Villa, quien quizás se sintió opacado por el italiano, y lo echó de sus filas después de la batalla de Juárez, en 1911; pero no pudo evitar que pasara a la historia.

El nombre de Plaza Garibaldi se ha extendido por el territorio de los Estados Unidos. En casi todas las ciudades donde las colonias mexicanas son numerosas, existen restaurantes y bares con dicho apelativo, en donde se pueden degustar platillos mexicanos, beber tequila y escuchar música de mariachi.

Finalmente, el nieto del héroe italiano se convirtió en figura emblemática, relacionada con la fiesta más que con la lucha. ¿Pero no fue nuestra Revolución, en muchos momentos, una celebración mitad trágica, mitad gozosa, en esa dualidad tan mexicana? 

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