Mis novelas

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martes, marzo 23, 2021

SAN BARTOLOMÉ TLALTELULCO

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES


En el extremo Suroeste del Municipio de Metepec, se encuentra el pueblo de San Bartolomé Tlaltelulco, el cual reúne, como la mayoría de pueblos tradicionales de nuestro país, el nombre con que se conocía a la llegada de los conquistadores y el del santo patrono al que se le consagró durante la Colonia.  San Bartolomé Tlaltelulco, lleva en su apelativo indígena el significado: lugar en la loma donde se establecieron los tlaltelolcas, aquellos bravos guerreros miembros de la Triple Alianza, conquistadores del valle matlatzinca en 1474. 

Durante la siguiente conquista, la española, este bello lugar boscoso, fue dedicado a San Bartolomé, el evangelizador de oriente, quien partió a llevar la religión de Jesucristo a la India, Mesopotamia y Armenia.  Allá fue desollado y después decapitado.  Se le representa vistiendo una túnica larga y un manto como el de los demás apóstoles.

Desde la llegada de los franciscanos a Metepec, San Bartolomé fue uno de los pueblos de visita de la doctrina.  Se le visitaba un domingo sí y otro no.  Sin embargo, desde el punto de vista civil, no formaba parte del territorio de Metepec sino hasta el siglo XIX, cuando se formaron los ayuntamientos constitucionales, reordenando el ámbito territorial de los municipios. 

Por la geografía de este lugar, se dice que llegaron a habitar el pueblo algunos fugitivos de las leyes coloniales, entre ellos, esclavos negros que huían del yugo de sus amos. Esa combinación de bravura de tlaltelolcas y fugitivos, es quizás lo que da fama de fuertes y persistentes a los de San Bartolomé, quienes hoy en día se dedican fundamentalmente a la fabricación de ladrillos, tejas y diversos productos de barro para la construcción.  Algunos de los personajes que este pueblo recuerda con cariño han sido el maratonista Pedro Díaz Chávez, el piloto aviador Enrique Mejía Orozco, el juez y cronista Simón Valdés Chávez y los benefactores Prisciliano Díaz Blanquel y Fidel Contreras Quezada.

La iglesia principal de San Bartolomé, grande y hermosa, data por lo menos del siglo XVII, lo cual prueba una lápida con una inscripción de 1617 que se refiere a la antigua iglesia. En 1874 fue construida la barda perimetral.  El templo actual se comenzó a construir en 1899 y se acabó el 11 de marzo de 1939.  El atrio sirvió de panteón hasta 1985.

En su interior hay pinturas que representan el martirio de su patrono.  Además, recibe una veneración especial una imagen del Santo Niño, protagonista de una bella leyenda que ha pasado de generación en generación.  Cuentan que hace muchos años, nadie recuerda cuántos, el Niño de San Bartolomé fue llevado –como era costumbre— en peregrinación a Chalma.  Mientras los peregrinos dormían, el Santo Niño fue secuestrado.  Desesperados, los fieles volvieron a San Bartolo llenos de vergüenza. Se armaron de valor para confesar al sacerdote su desgracia.  Al entrar a la iglesia, descubrieron el milagro: allí, sudoroso y lleno de polvo, se encontraba el Niño; había regresado caminando.

San Bartolomé se festeja el 24 de agosto.

También hay celebraciones por el “Santo Jubileo” del 11 al 14 de septiembre con una misa diaria.  Y el 15 de mayo, San Isidro Labrador.  El Paseo de los Locos de San Bartolomé se realiza por separado del de la cabecera. 

martes, marzo 16, 2021

LOS LUNES, DÍA DE TIANGUIS EN METEPEC

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El tiempo, la modernidad, la globalización, son vientos poderosos que borran y arrasan casi todo… excepto con tradiciones fuertemente arraigadas. Tal es el caso del tianguis de los lunes en Metepec, como en otros sitios del antiguo Valle Matlatzinca, hoy conocido como Valle de Toluca.

Desde el periodo de esplendor del señorío matlatzinca, las comunidades que aprovechaban la fertilidad, la riqueza de los bosques y aguas de estas tierras, sabían a dónde acudir cada día de la semana para canjear sus productos por otros bienes en el tianquiztli. El comercio, inherente a todo grupo humano, servía también para ampliar las redes sociales y distraerse de la monotonía cotidiana.

La colonización española trastocó casi todos los aspectos de la vida y el pensamiento de nuestros pueblos, sin embargo, no incidió sobre esta costumbre del mercadeo, que no era ajena a los pueblos de allende el Atlántico.

Hoy como entonces en Metepec, vendedores y compradores se dan cita cada lunes bajo las lonas y mantas que los protegen del sol y la lluvia. Esas improvisadas techumbres no impiden que todos nuestros sentidos despierten durante la jornada de tianguis. El bullicio se apodera de la ciudad típica; en él se mezclan los pregones, asegurando el mejor precio, las legumbres más frescas y las frutas más dulces. Lleve sus elotes, güerita, están bien tiernos… mire estos higos, reinita, pura miel…ándele marchantita, aquí está el mejor jitomate… para sus niños, mamacita, lléveles los mangos… venga por su pescado que apenas hace un rato estaba nadando… acá los chiles, calidad exportación… ándele señito, para que ya termine yo, mire que buenas habitas. A diez el manojo de flor para sus quesadillas. Frases como éstas, tan familiares que a veces olvidamos su riqueza, se escuchaban seguramente en aquellos tiempos, cuando el castellano era aún una lengua desconocida. Desde entonces las notas de quienes venden sus habilidades musicales se mezclaban con las voces del mercado y los saludos y conversaciones, pues el tianguis es siempre un lugar de encuentro social. En el tianguis de los lunes todavía es posible ir en busca de algún grupo musical y contratarlo para llevar serenata o amenizar una reunión. Aunque por desgracia, acaparan la oferta los puestos de grabaciones “piratas”, una de las plagas de estos tiempos.

Los ojos se llenan de los colores con que la naturaleza ha pintado sus frutos: tomates y rábanos, mameyes y mandarinas, mangos y naranjas, sobresalen de la gama de verdes que forman, entre otras muchas, las hojas de acelga, de naranjo o de pápalo y los chiles de todos tamaños, sin olvidar tomatillos y pepinos. A todo ello se suman los colores de las prendas de vestir, las piezas de artesanía, los artículos para el hogar. Porque es difícil pensar en algo que no pueda conseguirse, a buen precio, en el tianguis de Metepec.

La fiesta es también para el olfato: frutas perfumadas y hierbas de olor preparan a los visitantes para rendirse al antojo inaplazable de darle gusto al gusto y comerse un elote, un buen taco de plaza, un tlacoyo de haba bien preparado y una nieve de futa, hecha en barril de madera como antaño, haciendo una pausa antes de continuar la compra de la semana.

Ya con la canasta o la bolsa de mandado llena, es tiempo de volver a casa. Y para ello también existe un medio tradicional: los carromatos jalados por mulas, que recorren el antiguo camino desde el tianguis hasta San Miguel Totocuitlapilco, pasando por San Miguel, San Sebastián y San Lorenzo. Un medio de transporte que no contamina el aire y donde la plática puede continuar un rato más, sin la zozobra de la velocidad que en este tiempo nos llena de neurosis. 

martes, marzo 09, 2021

METEPEC: DEPOSITARIA DEL FUEGO NUEVO

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Existe en Metepec, como en muchos lugares de América, una corriente neoindigenista, defendida por grupos de personas que sustentan sus prácticas en estudios serios, para difundir la esencia de filosofías prehispánicas. Su objetivo principal es alcanzar una convivencia respetuosa y pacífica, en armonía con las leyes de la naturaleza. Uno de los instrumentos para ello es la llamada danza étnica.  

Contamos en este municipio con una comunidad danzante, compuesta por seis grupos:

·         Ehécatl nahui

·         Mexica tiahui

·         Metepetl

·         Monarca

·         Ollín yoliztli

·         Señor de la exaltación

En 1997, todos ellos se unieron para recibir la más alta encomienda náhuatl: custodiar el Fuego nuevo.

Desde luego, esto no sucedió al azar.  Debe haber buenas razones para que un lugar y su comunidad sean aceptados para recibir tal honor. 

El antecedente fue la visita, en 1990, de un grupo de caciques huicholes a nuestra ciudad, acompañados por el señor Jesús Espino, pieza fundamental en todo este asunto. Cabe aclarar que los huicholes se ostentan como los auténticos aztecas, pues basándose en varios códices y tradiciones, aseguran que su tierra corresponde al legendario Aztlán, de donde salieron las migraciones de las tribus nahuatlacas hacia el altiplano. Estos señores, guardianes de muchas creencias y prácticas tradicionales, quedaron impactados a la vista del Cerro de los Magueyes. Las casas, rodeando al cerro, parecen rezarle, rendirle pleitesía –opinaron. Después, en la cima, los sobrecogió el ángulo en que se encara al señor Xinantécatl, o Nevado de Toluca; el dominio visual del valle, siendo posible observar desde ahí, en días claros, el centro arqueológico de Teotanango. Supieron también que el cerro alberga numerosos enterramientos mexicas y matlatzincas, y que se han encontrado restos correspondientes a tiempos prehistóricos. Por algo los frailes convirtieron Metepec en centro regional de la nueva religión, erigiendo toda la profusión de iglesias y capillas que hoy conocemos. Desde su cosmovisión, este cerro –sagrado para ellos como todas las elevaciones orográficas-, reúne los elementos humanos, históricos y naturales para ser un centro de energía, sede ritual de gran importancia. Aquí residen los cuatro elementos o fuerzas de la naturaleza: Agua, pues ha sido una zona lacustre; tierra, viento, fuego (que debería ser traído) y un quinto elemento, en el centro de lo creado: el hombre, representado en Metepec por un mosaico étnico y cultural.

En 1997, se hizo contacto en Iztapalapa con el maestro Fernando Flores Moncada, considerado por los danzantes como descendiente de Nezahualcóyotl, y heredero de la tradición del Fuego Nuevo y se le invitó a Metepec.

Los argumentos huicholes lo convencieron. El reto era aterrizar el proyecto. Para ello, Flores Moncada exigía que toda la comunidad danzante de Metepec trabajase unida, en armonía. Los que conocemos la naturaleza celosa y personalista de los metepequenses, podemos imaginar la dificultad que esto representaba, aunada a la poca disposición que suelen tener las autoridades para apoyar –económica y logísticamente- cualquier evento de índole cultural. Pero fueron vencidos todos los escollos. 

Llegaron cerca de ciento cincuenta danzantes de diversos grupos del país. Desde el atardecer del 20 de marzo comenzaron los eventos, todos relacionados con la cultura prehispánica. El ritual dancístico comenzó a las 23:00 hrs., y concluyó a las 2 hrs. del día 21, con el encendido del fuego, realizado por Mauricio Flores Aranda, “Mazacocotzin”, hijo del Prof. Fernando Flores Moncada. 

        El ambiente era mágico aquella tarde. Había llovido casi todo el día, sin embargo, justo a la hora de comenzar el ritual, las nubes se abrieron y en el firmamento clarísimo se pudieron observar la luna y el cometa Hale-Bopp, que justamente pasaba sobre el hemisferio. La hoguera se encendió en la cima del cerro, frente a la ermita, y de ahí se bajó una antorcha hacia la escalinata del calvario.

La distribución del fuego tiene dos vertientes: el fuego sagrado encendería las almas, propiciando la unión de los miembros de la comunidad; el fuego común daría calor a los hogares, fomentando la unión familiar. Al igual que en las comunidades de huicholes, donde alrededor del fuego los viejos cuentan a los jóvenes las historias que deben saber; les transmiten “la costumbre”, mientras raspan un hueso para infundir ritmo a la narración.

Las danzas no se realizan para dar espectáculo. Obedecen a una serie de ritos. Cada paso tiene un significado, de acuerdo a la cosmovisión mexica. Los elementos del vestuario, los instrumentos musicales, nada es accidental ni ornamental.  Por ejemplo, los huesos de fraile, especie de cascabeles de semilla que se atan a los tobillos, significan todo lo que se obtiene de la madre tierra, y a través de la danza se transforma en energía.

El ritual dancístico del Fuego Nuevo se ha repetido cada comienzo de primavera desde aquella noche mágica. Este año, debido a la pandemia, como en todas las actividades, no existe aún certeza de poder llevarlo a cabo. 


jueves, marzo 04, 2021

HUMOR EN EL DÍA DE LA MUJER

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Se celebra el próximo día 8 el Día Internacional de la Mujer, una fecha que provoca polémica porque pone en la palestra el tema de los avances de nuestro género en la lucha por ser reconocidas como iguales a los hombres en cuanto a derechos y capacidades, avances que a veces parecen enormes y, otras, apenas unos pequeños pasos.  ¿Sería necesario un día conmemorativo si realmente hubiésemos alcanzado tal estatus? ¿Sigue el machismo dominando hogares y centros de trabajo? ¿Está ya obsoleta la lucha de las mujeres?

            Estas y otras discusiones se intensificarán en los próximos días; los argumentos del feminismo, de la igualdad y también los de quienes insisten en la necesidad de conservar roles ancestrales. Y seguramente no será este año ni esta década cuando alcancemos acuerdos definitivos… quizá nunca lo hagamos.

Personalmente, amigas, amigos, pertenezco a quienes sostienen que debemos ser iguales y que falta mucho por hacer para conseguir que las mujeres seamos vistas y tratadas con la equidad debida, pero también, que hay avances dignos de ser reconocidos, aunque por desgracia, no para todas.

Pero dejemos por un momento a un lado la discusión, y demos paso a un poco de humor. Para ello desempolvé este poema lúdico, escrito en la primera mitad del siglo que recientemente dejamos atrás… No es muy feminista, al contrario, pero creo que es hora de sonreír…  sobre todo, amigas, las que nunca hemos sido tratadas como mercancía.  Se titula EL BAZAR DEL DIABLO, y su autor, que firmaba con el seudónimo de Sánchez Filmador, no era, les aseguro, pues tuve el gusto de conocerlo, ningún misógino, por el contrario, creía en la inteligencia de las mujeres mucho más que la mayoría de sus contemporáneos.


Puso el diablo un gran bazar

de mujeres condenadas,

y al verlas almacenadas

todo el mundo fue a comprar

que esta ocasión fuera una

bobera no aprovecharla,

¡cuántos dieran por hallarla

la mitad de su fortuna!

Yo también fui, quién no acude

a cita de tal valía,

pero tanta gente había

que llegar dentro no pude;

los hombres, con malos modos,

se empiezan a impacientar…

-Señores, no hay que empujar,

¡si hay mujeres para todos!

Por orden se había llegado

a donde estaban expuestas,

que el diablo en cosas como éstas

suele ser muy ordenado,

lo cual, aunque había retablos

pidiendo orden desde afuera,

no evitaba que allí hubiera

unos gritos......¡de los diablos!:

-¡yo por ésta te doy mi alma!

-¡Yo quiero la güera aquella!

-Señores, ya voy por ella,

pero un poquito de calma,

poco a poco y sin gritar

que todos pidan, convengo,

que yo para todos tengo

y no hay por qué pelear.

-¿Quién  las quiere? -pregonaba

el diablo que las vendía,

y cada cual le pedía

lo que mejor le gustaba.

-A ver usted ¿cuál quería? –

dijo al primero que entró,

y el pobre se conformó

con una que sonreía.

-Y usted ¿qué quiere? Ya escucho.

-¡Ay señor, yo que sea sorda!

-Y usted ¿qué busca?

-Una gorda

pero que no coma mucho.

Una chiquita y menuda,

meneadorcita y graciosa

pide el cuarto.

-¿Usted qué cosa?

-¡Ay señor, yo que sea muda!

-Yo señor, -otro replica-

si hay guapas ¡qué hemos de hacer!

deme usted una mujer

y más que todo... ¡muy rica!

Otro de pocos dispendios,

otro que sea muy casera

y hasta hubo quien la pidiera

asegurada de incendios.

Todos salían encantados

con la mujer elegida,

pues que les era cedida

sin gastos exagerados,

aunque dio mucho qué hacer

que más de un arrepentido

diera todo por perdido

devolviendo a la mujer.

Ya desesperaba yo,

¡y era sólo el ciento tres!

cuando por fin, muy cortés,

el diablo me preguntó:

-¿Cuál es para usted más grata?

Yo dije: -Vamos a ver,

deme usted una mujer

buena, bonita y barata.

-¿Buenas, bellas y no caras?-

dijo el diablo compungido,

-Aún no las he recibido,

esas, amigo, son raras.

Salime desesperado

de no lograr mi deseo,

¡Señores, pero qué veo!

¡vaya si soy alocado!

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...