Mis novelas

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martes, mayo 25, 2021

SAN SALVADOR TIZATLALLI

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES


Situado en el Noroeste del municipio de Metepec, San Salvador Tizatlalli es uno de los pueblos de origen ancestral que conforman el territorio de lo que fuera, durante la Colonia, la doctrina de Metepec. En su nombre se integran el de su Santo patrono: San Salvador (que se refiere a Jesucristo, Salvador del mundo) y la voz náhuatl Tizatlalli, tierra de tiza, la piedra que al quemarse se hace blanca, conocida como cal.  Era este un material indispensable en la antigüedad; recordemos que toda construcción colonial se “encalaba”, para mejorar su resistencia y por motivos estéticos.  También se utilizaba la cal en la medicina y para la preparación de algunos alimentos.

         La comunidad de San Salvador no quedó oficialmente sujeta a Metepec sino hasta 1616, bajo el nombre de La Transfiguración y con la calidad de “estancia”, es decir, tenía menor rango que los barrios y la cabecera. Sin embargo, el haber dedicado su capilla a Jesús transfigurado, pasaje que marca el momento más glorioso de la historia del Mesías, cuando se revela a los apóstoles favoritos como ser sobrenatural, nos da indicio de la importancia que le daban los evangelizadores a este sitio.

         La fiesta principal del pueblo es el 6 de agosto, con motivo de la Transfiguración de Jesús. También reviste gran importancia la celebración del Santo Jubileo, que se lleva a cabo en marzo. La comunidad, fiel a su vocación agrícola, se une asimismo a las festividades de San Isidro Labrador.

         La iglesia, de sencilla belleza e interiores neoclásicos, data probablemente del siglo XVII. Ha sufrido diversas reconstrucciones y transformaciones, no todas afortunadas. Está dedicada, como hemos dicho, a San Salvador. La imagen principal es un Cristo crucificado, llamado por el pueblo “Cristo de chalmita”.

         El mote tradicional con que se conoce a los habitantes de San Salvador Tizatlalli es “los sacacuanos”, debido a la gran cantidad de pájaros con el mismo nombre, que solían vivir en la zona, atraídos por el agua de las múltiples zanjas del lugar, así como por el maíz de las milpas.

         Hoy limitados por grandes avenidas como Las Torres, Avenida Tecnológico, Avenida Estado de México, los terrenos agrícolas de San Salvador –muchos de ellos todavía bajo el régimen ejidal— son cada día menos y este pueblo tradicional se llena día a día de condominios horizontales, comercios, restaurantes y escuelas. Sin embargo, quedan aún entre sus habitantes familias dedicadas a la agricultura, principalmente de maíz, quienes conservan tradiciones como la elaboración de retablos de semilla propios de las festividades de San Isidro Labrador, los altares de muertos con sus respectivos caminos de pétalos de cempazúchil para guiar a las ánimas, y desde luego, los preparativos para la fiesta de su santo patrono, San Salvador.

martes, mayo 11, 2021

LAS VEREDAS DEL SERTÓN

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Uno de los grandes retos para lectores avezados es la novela del brasileño Guimaraes Rosa, titulada Gran Sertón: Veredas. Un extenso monólogo en que el narrador-protagonista, Riobaldo Tatarana, nos cuenta su vida. Él es un yagunzo, es decir, una especie de guerrillero que, con su grupo, lleva una existencia errante a través del territorio brasileño denominado Sertón. El autor de este monumento literario, Guimaraes Rosa, era un médico, nacido en Minas Gerais en 1908 y fallecido en Río de Janeiro en 1967. Su pasión era el lenguaje, los lenguajes, pues llegó a dominar más de 10 idiomas de manera autodidacta. Y los localismos, las palabras procedentes de las tribus precoloniales de su país, así como los arcaísmos, le parecían tesoros dignos de coleccionar a través de sus letras. A ellos agregaba, cuando el texto “lo pedía”, neologismos, es decir, palabras de su propia invención.

Rosa amaba también su tierra, el Sertón brasileño, una vasta región geográfica semiárida, con varias colinas de poca altura y cruzada por dos grandes ríos: el Jaguaribe y el Piranhas.

No es fácil, ciertamente, “conectar” con dicho narrador y dejarse llevar a su mundo, tan diverso del nuestro, y a su día a día que, en palabras de uno de los miembros de mi círculo de lectura, nos recuerda a Robin Hood. Sin embargo, una vez que se consigue entrar a ese Sertón, el viaje por las distintas veredas se convierte en una experiencia fascinante. La vereda del lenguaje, la de las diversas especies de plantas y animales, nuevas para nosotros, pero, sobre todo, la vereda de la exploración interior: el conflicto de conciencia permanente en el discernimiento del bien y el mal. La tentación omnipresente del amor prohibido, de la crueldad injustificada, de la traición o de dejarse llevar por los apetitos de la carne.

El Sertón, nos dice el narrador, es la vida. Y este es un libro sobre la vida, sobre el sentido de la existencia del ser humano y sus acciones, relaciones, sentimientos y pensamientos.

La crítica ha comparado El Sertón: Veredas, con el Ulises de Joyce y, por ende, con la Ilíada; solo que este periplo existencial tiene como escenario un territorio de nuestro continente y de un tiempo menos lejano que el de Homero. No en balde se considera a Guimaraes Rosa el mayor escritor de las letras brasileñas y a esta novela una de las 10 imprescindibles de la literatura latinoamericana.

Les recomiendo, amigos, este viaje de poco más de 500 páginas, hay un antes y un después de su lectura. Comparto una probada de esta obra:

Era una noche de toda hondura. Estaba corriendo un viento extraño por aquella época, por ser un viento por momentos del sur, por momentos del norte: según se frotará un fósforo, o se tirara un puñado de arena fina clara hacia arriba, uno se daba cuenta. Anduvimos. Pero, ahora, yo ya había cambiado mi sentir, que era por Diadorim solamente una amistad, reyreal, exacta de fuerte, más que amistad.

martes, mayo 04, 2021

MUSSOLINI Y CLARA PETACCI

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Últimamente, a raíz de la proliferación de líderes populistas o neo-populistas en varios rincones del mundo, ha vuelto a hablarse de Benito Mussolini, el dictador italiano que es inspiración para muchos de estos políticos y constituye uno de los villanos favoritos de la historia moderna.

Mussolini se hizo del poder gracias a un ingenioso golpe de estado sin balas, la célebre Marcha sobre Roma, a donde llegó apoyado por una muchedumbre compuesta principalmente de obreros para exigir al rey que lo nombrase Primer Ministro y aceptara su plan de gobierno que incluía varias reformas populistas (muchas de ellas positivas, hay que decirlo).

En una Italia recién unificada como país, que había sufrido la Primera Guerra Mundial cuando apenas intentaba consolidarse, y donde reinaba un soberano débil, la figura fuerte de aquel líder obrero, que aglutinaba a las mayorías empobrecidas, obtuvo el apoyo con relativa facilidad. Su influjo se notó de inmediato: el país dejó de sufrir constantes huelgas y manifestaciones y la economía se proyectó hacia arriba. También los ánimos, gracias a su propaganda que ensalzaba la historia y las cualidades de su pueblo. Sin embargo, como todo dictador, cometió, de forma creciente, un sinnúmero de injusticias y abusos de poder. Lo más negro de El Duque (Il Duce) como se le conocía en su tiempo, fue haberse aliado con la Alemania de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, quedando ligado, para la posteridad, a uno de los peores genocidas de la historia.

Pero hay en la biografía de Mussolini una joven cuyo trágico fin la convirtió en personaje romántico: Clara Petacci, la amante que eligió morir con él antes que abandonarlo, precisamente un 28 de abril de 1945 en el pueblo de Dongo, cerca del lago Como. Intentaban huir juntos a Suiza cuando fueron descubiertos por unos partisanos. Los aprehendieron y los mantuvieron prisioneros en una villa a las afueras de aquel poblado. Al otro día los hicieron caminar por una vereda para ejecutarlos. Al ver que les dispararían, Claretta intentó proteger a su amado y recibió los primeros tiros. Luego el cuerpo sin vida de Benito cayó sobre el de ella. Tras este novelesco fin, ambos cadáveres fueron groseramente ultrajados y exhibidos en la Plaza Loreto de Milán.

En busca del lado humano de tales personajes, realicé, hace pocos años, una investigación bibliográfica y de campo; entrelacé su historia con la de otros personajes ligados a la ambición de poder absoluto y a la ciudad de Roma, para escribir la novela Volver a Roma, publicada en México bajo el sello Textofilia y en España por Editorial Adarve. Comparto un pequeño fragmento, narrado en voz del partisano que los custodiaba en la Villa María:

Pasé las horas que restaban a esa noche, la más larga de mi vida, escuchando la conversación entre Mussolini y Clara, que tampoco durmieron más de dos o tres horas. Él se disculpaba sin parar por haberle arruinado la vida; la voz se le cortaba. Basta, Ben mío, tú no me arruinaste nada, le diste sentido a mi vida, cambiaste lo que pudo haber sido una existencia burguesa, sin pena ni gloria, en el privilegio de entregar mi alma, mi juventud, a un hombre de los que la historia cuenta con los dedos de una mano. Esperemos la salida del sol abrazados en la cama. No creo que salga el sol, será otro día gris frente a este lago funesto, afirmó él. 

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...