Mis novelas

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lunes, febrero 28, 2022

GERARDO SOTO

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Esta novela me resultó muy atrayente, no solo por su propia historia y dinámica, sino por poner ante mis ojos muchas cosas con las que he convivido toda mi vida, sin prestarles atención.

Nunca me han preocupado mucho mis orígenes.  Como muchas personas, he sido instruido por mis padres de lo que debes saber.   Eres mexicano, con ancestros de cada lado de la familia que provienen de otros lugares del mundo.  De hecho casi todos en el mundo somos una gran mezcla de culturas.

Creo que mi curiosidad, y capacidad de investigación, han sido claramente menores a los de Bertha Balestra, que realizó en esta novela un trabajo enciclopédico.

Creo que lo que más me impactó fue que su enfoque centrado en un célebre nativo (por sus orígenes), mestizo, y en eventos que ocurren mayormente en Europa, en vez del lugar común, que hemos oído toda la vida, de las aventuras del europeo que viene a Las Américas.

Esto logró, en mi opinión, que viera un punto de vista diferente al que siempre había visto en mis ya antiguas clases de historia, identificándome con mis raíces, que me cuestan trabajo clarificar.

Al final, acabé confirmando mi identidad como mexicano, como una mezcla de culturas, que no dependen de la procedencia geográfica de los ancestros, sino de la cultura que abrazo y tengo como propia, aunque no tenga claro que elementos me definen como mexicano, además del propio autoconcepto y el deseo de pertenecer a esta cultura diversa y difícil de contener en unas palabras, aunque como bien cita Carmen, algunos mexicanos parecemos ser una abstracción, hijos de la nada.

Al final, disfrutando de la excelente descripción de la vida de los personajes pude conocer una gran cantidad de aspectos prácticos de la vida en esa época, que resultaba algo corta y precaria , donde las leyes eran una entelequia del poderoso y se abusaba del débil, siendo especialmente doloroso el abuso contra las mujeres y el uso de los indígenas como objetos.

jueves, febrero 24, 2022

CLEOPATRA 2ª. PARTE

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

¿Qué paso con Cleopatra después de aquella legendaria oferta de sí misma a los pies de Julio César, según comentábamos la semana pasada? Lo obvio: se convirtieron en amantes. El romano apoyó la petición de ella y respaldó su legítimo derecho al trono, en unión de su hermanito-esposo, Ptolomeo, quien finalmente sería abatido en una revuelta en que intentó recuperar el mando único. Con el pretexto de proteger a su amante, Julio César permaneció algunos meses en Egipto; Cleopatra lo llevó en una expedición por el Nilo, para mostrarle el ancestral poderío de su imperio. Ese viaje sería fundamental para el triunviro: de allí volvería a Roma a implantar algunas de las prácticas administrativas recién aprendidas, y reforzaría su ambición de legar grandes construcciones y de concentrar en su persona un poder que iría alejando a su patria de los principios republicanos que antes defendiese.

A la egipcia también le cambió la vida en esos meses: poco después de la partida de Julio César daría a luz a César Ptolomeo, conocido como Cesarión, para quien ambicionaría un doble trono: Egipto y Roma. La consecución de esa idea la llevó a perder lo que debió haber sido su misión única: gobernar la tierra de los faraones, manteniendo a Roma como aliado pero sin perder una sana distancia.

Cuando aquél vástago y su madre estuvieron en condiciones de viajar, Julio César los llamó a su lado, en Roma. Instaló a su imperial concubina en una casa en los jardines de Trastevere, solo separada de la residencia de su esposa Calpurnia por el río Tíber. ¿Se imaginan, amigos, el chismorreo entre las damas de aquella capital? ¿Las groserías que habrá recibido la faraona por meterse en terrenos ajenos? A su calidad de ser “la otra”, Cleopatra sumaba en su contra, a los ojos de las mujeres su atractivo físico, su enorme riqueza y lo más seductor: una charla culta, inteligente, que se expresaba a través de una voz que se dice bellísima, modulada con cuidado. Estos defectos según las miradas femeninas eran sus grandes cualidades a los ojos de los patricios; muchos de ellos visitaban la residencia del Trastevere para disfrutar de la exquisita hospitalidad de la famosa egipcia.

Se encontraba en aquella ciudad eterna la reina de Egipto cuando el descontento y la intriga en contra de Julio César condujeron a los senadores Bruto y Casio a cometer el conocido crimen, la sangrienta traición en el recinto mismo del Senado donde apuñalaron a su otrora líder. Hemos oído mucho sobre este hecho histórico, pero quizás no nos hemos preguntado qué pasó en ese momento crítico con Cleopatra y su hijo Cesarión, quien tenía buenas calificaciones para ostentarse como hijo legítimo de la víctima. Obviamente, su ya débil posición entre la sociedad romana se hacía más frágil aún. Era inminente salir de inmediato y volver a sus dominios, desde donde podría emprender la defensa de los derechos sucesorios de su vástago ante Octavio, el hijo adoptivo del difunto. No relatan los historiadores cómo y quién la ayudó a llegar sana y salva hasta Alejandría, pero ya conocerán mi versión de estos emocionantes hechos… pueden leerla en mi novela Volver a Roma.

lunes, febrero 21, 2022

MANUEL NAVARRO

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Lo primero que agradezco es la investigación histórica de la autora, para lanzar a sus personajes a instruirme; identificar hechos inconexos que coinciden en el tiempo mas no en el espacio, y establecer los lazos para que la novela se despliegue entre muchos protagonistas, siendo uno en particular, el que nos hace partícipes de sus aventuras; Ángel, ungido tlatoani, aventurero globalizante, acaso el primer guerrero mexicano transnacional.

El reparto está conformado por aquellos protagonistas de primer orden en los que jamás reflexioné como personas, ni siquiera porque todo el tiempo he transitado por avenidas importantes o consumido productos con su nombre (avenidas Cuitláhuac y Cuauhtémoc, cervecería así denominada, etc.), pero que guardaba en algún lugar de la memoria como dibujos del libro de texto gratuito o ilustraciones de calendario de Jesús Helguera, por definición estáticos, meras estampas respetables y nada más. Seres cuyos nombres memoricé antes de un examen de historia y enseguida mandé al archivo muerto. De pronto, Bertha les da vida y los presenta en un “detrás de las cámaras” con existencia mundana. Nunca se me ocurrió pensar en la inmediatez después de la caída de Tenochtitlán, cuando la vida cotidiana siguió, bajo una “nueva normalidad”; que la mezcla se llevó a cabo poco a poco, en las élites y en las masas, y que los vicios y virtudes de vencedores y vencidos se fundían en el ADN de un país nuevo, que no era ni de indios ni de europeos; que los nacidos de aquella fusión lo mismo comían tamales y chile, que carnero y otras viandas venidas de España; que bebían chocolate y limonada con chía al igual que vino; que intrigaban y sentían recelos del prójimo, que mantenían sus creencias ancestrales pero asumían y mimetizaban las que los españoles aportaron, en suma; que eran humanos. Los “otros datos”, se cocinarían en el horno miope de los historiadores oficiales, bidimensional y acartonado, que mi escasa preparación tomó por buenos. En síntesis, fue para mí un descubrimiento que mucho disfruté, una respuesta al ¿qué pasó al día siguiente? No presenciamos ni el huevo de la serpiente ni lo mejor de dos mundos; era una nación diferente, única, que veía la luz y que la autora nos la presenta en sus primeros días, una nación de la que, no obstante, aun hoy, algunos cuestionan su identidad.

Luego, encontrar esa conexión genovesa, a partir de la cual trasladará la secuencia de la narración a otro continente, apoyada en el longevo Andrea Doria, padre de la república, me parece una audacia llevada a muy feliz término. Allá va el aventurero de la novela, y participa en diversas batallas de las potencias navales que luchaban por mantener o ampliar su hegemonía en aquel agitado siglo XVI.

Por si fuera poco, en esas andanzas de Ángel, la autora logra un triple salto mortal, al fraguar su encuentro con el joven Miguel de Cervantes, con quien termina intercambiando cartas. No es casual y se agradece, que en él podamos encontrar muchos símbolos de la nacionalidad mexicana.   

El estilo de escritura y el repertorio lingüístico, certero y elegante, es usado por la autora para hacernos saborear, con mayor verosimilitud, la época y el lugar de los acontecimientos.

Los protagonistas ficticios se integran con destreza, gracias al oficio de Bertha, entre una multitud de personajes históricos. El apéndice respectivo fue un gran apoyo para la lectura.

En suma, mientras el mundo pareció detenerse y tratábamos de darnos ánimo para sobrevivir ante la adversidad de la pandemia, ella, fiel a su esencia de promotora cultural infatigable, escribía, creando un ser de su propia estirpe. Muchas gracias, Bertha.

 

jueves, febrero 17, 2022

CLEOPATRA (1era. Parte)

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Uno de los personajes más atractivos de la Historia Universal es sin duda Cleopatra, la mítica reina de Egipto. Última gobernante de uno de los imperios más notables de la humanidad, esta faraona por cuyas venas no corría sangre egipcia, tuvo una vida llena de altibajos.

Cleopatra (CLEOPATRA FILOPATOR NEA THEA) fue hija de Ptolomeo XII (PTOLOMEO NEOS DIONYSO AULETTES) y de Cleopatra V (CLEOPATRA V TRIFENA I). Descendía de una familia de faraones, la Lágida, que no tenía origen en Egipto sino en Macedonia, Grecia y que gobernó desde el año 305 a.C. hasta el año 30 a.C. El fundador de esta dinastía fue Ptolomeo I Soter, uno de los generales de Alejandro Magno.

A diferencia de las dinastías faraónicas anteriores, cuyas capitales habían sido ciudades del alto Egipto o de la zona meridional en la ribera del Nilo, los Ptolomeos gobernaron desde Alejandría, establecida como capital por Alejandro y que se había convertido en el centro de comercio más importante de Egipto debido a su puerto ubicado sobre el Mediterráneo y el Nilo. También fue una de las ciudades cruciales en el aspecto intelectual y artístico. Allí Ptolomeo I mandó construir la biblioteca más grande de aquel tiempo, que tendría la mayor cantidad de volúmenes de escritos históricos y que sería utilizada por los grandes filósofos, médicos y sabios de la época.

Este acervo era valorado y utilizado por la princesa, quien desde niña destacó por su inteligencia y su interés en la cultura. Se dice que hablaba y escribía con fluidez por lo menos siete lenguas, además de estar empapada de la historia de su país. Aunque respetaban los cultos egipcios, los Ptolomeos conservaron la cultura y el idioma griego, y solo Cleopatra VII Filópator se identificó con su pueblo y habló el idioma egipcio.

También desde muy joven aprendió que el poder viene siempre acompañado de lo peor del ser humano: la traición, la crueldad, el crimen, aun el que pasa por alto lazos de sangre. Era una adolescente cuando tuvo que exiliarse a raíz del golpe de estado que, contra su padre, cometió su hermana apoyada por la madre de ambas.

Una vez muertos hermana y padre, aplicó la astucia para volver a Alejandría de incógnito y obtener el apoyo de Julio César, el romano, quien estaba hospedado en el palacio real egipcio. Casi todos hemos visto una o varias veces a Elizabeth Taylor en la gran pantalla, encarnando a esa famosa reina, interpretar magistralmente la legendaria escena en que ella se ofrece a César envuelta en una alfombra. Así lo narran los historiadores romanos Plutarco y Seutonio.

Fruto del tiempo en que Julio César permaneció a su lado fue su hijo, Ptolomeo César, conocido en Roma como Cesarión, quien pudo haber sido, de acuerdo con los planes de Cleopatra, heredero de un poder incalculable, al unir Egipto y Roma bajo un solo cetro. Pero la historia daría giros y pondría obstáculos para tan altas ambiciones.

Les contaré más sobre esta reina, sus amores y descendientes la próxima semana, amigos… mientras tanto, pueden acercarse a mi novela Volver a Roma, en la que Cleopatra es personaje importante.

 

jueves, febrero 10, 2022

EL INDIO CONIN

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Es curioso como el juicio de la historia a veces condena inocentes y, otras, ensalza a personajes con méritos cuestionables. Sobre esto medito cuando repaso la historia (o leyenda) del indio Conín, cacique otomí que decidió evitar el derramamiento inútil de la sangre de su tribu y se rindió ante el conquistador español, obteniendo por ello grandes privilegios.

De acuerdo con los historiadores Miguel Salinas Chávez y Graciela Cruz Hernández:

Conín, Coni o Ko-ni Tetlatollo (bautizado como Fernando de Tapia) de origen otomí y cuyo nombre significa “ruido”, nació en Nopala, jurisdicción de Jilotepec, Hidalgo, a finales del siglo XV. Era un otomí-pochteca; antes de la conquista era un próspero e influyente comerciante, y mantenía buenas relaciones con las tribus chichimecas, mexicas y otomíes, por los territorios de los hoy estados de México, Michoacán, Querétaro e Hidalgo, a quienes les vendía semillas, mantas, sal, etc. y recibía a cambio pieles de animales, plumas y cestería.

A la llegada de los ejércitos españoles el indígena Conín se encontraba en Jilotepec, en donde se enteró del avance de los conquistadores y la superioridad de sus armas, estrategias de guerra y alianzas para el sometimiento; en efecto los conquistadores llevaron a cabo una sangrienta matanza en Jilotepec de la cual Conín logró salir a tiempo con sus familiares y otros indígenas, dirigiéndose al cerro y cañadas del Sangremal, en donde fundaron un pueblo llamado Tlachco, hoy Santiago de Querétaro.

En 1528 llegaron a los alrededores de Tlachco el encomendero Hernán Pérez de Bocanegra y Juan Sánchez de Alaníz, buscando a Conín, pues conocían de su liderazgo e influencia; le pidieron una alianza para lograr la pacificación con los grupos chichimecas y otomíes. Conín, consciente de la desventaja que tenían ante los conquistadores, aceptó la alianza y habló con los jefes chichimecas Calpixtzin (lobo) y Coyotzin (coyote) que dudaron con natural desconfianza, pero Conín los convenció de evitar la masacre de los indígenas sirviendo como mediador, concertando y pactando una batalla simulada, sin armas, a cuerpo limpio entre los bandos, al amanecer del 25 de julio de 1531 en la cañada de Sangremal. Al concluir ésta, se inició la pacificación y fundación de Querétaro. Los frailes franciscanos comenzaron entonces la evangelización y conversión al cristianismo de los pueblos indígenas. Conín fue fundamental para los españoles en esa conquista pacífica que trajo grandes ventajas a los indígenas.

Desde luego el más favorecido fue él mismo, que quedó como gobernador del pueblo de indios y su hijo Diego, a quien la corona española le otorgó un cacicazgo. Diego fundó más tarde, para su hija Luisa, el convento de Santa Clara.

Y yo me pregunto y les pregunto a ustedes, amigos y amigas: ¿la memoria de quién debemos honrar, de los que dieron su vida peleando contra los conquistadores, como Cuauhtémoc y Cuitláhuac, o la de los pacifistas, como Conín, que tuvo la claridad de mente para darse cuenta de que no había nada qué hacer en contra de las armas de hierro y fuego de los invasores? 

lunes, febrero 07, 2022

CARLOS SILIS

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Hay dos protagonistas en la historia: Isabel y Ángel.

Ella estuvo ligada a la terminación del imperio azteca, al ser hija de Moctezuma y casarse cinco veces, al final con Juan Cano, un español que, como todos, vinieron para hacerse ricos. Me llama la atención que la narración sea con la psicología actual, aunque seguramente debe de haber mucho pensamiento mágico.

En el caso de Ángel, lo quitan de en medio para poderse llevar la herencia de Isabel, primero enviándolo a Zacatecas y luego a Génova. Le toca participar en la batalla de Lepanto y luego aburguesarse con el comercio en la Nueva España.

Me pongo a pensar que la globalización empezó en ese entonces, aunque las comunicaciones eran bastante más complicadas que las actuales y todas las idas y venidas eran llenas de peligro, pues tanto por tierra como por mar había asaltantes y piratas.

Para destacar en ese entonces, se debería de estar en el lugar preciso, a la hora precisa y con la inteligencia precisa. Nada que no se siga repitiendo.

Tanto Hernán Cortés como Juan de Austria vienen de orígenes humildes, pero saben tomarse su entorno y dominarlo.

Casi siempre vemos caricaturas de los dominantes de esa época: Moctezuma, Cuitláhuac, Cuauhtémoc, Carlos V y Felipe.

El tamaño de los capítulos hace que avancemos ágilmente por el libro, aunque hace que muchas veces nos quede a deber la psicología de los personajes y la profundidad de las situaciones.

Bertha, el que confieses que conoces todos los lugares de los que hablas y que saldes deudas con tus antepasados hace que uno vea que tu vida ha sido muy interesante.

jueves, febrero 03, 2022

PEARL S. BUCK

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

En 1938 recibía el Premio Nobel de Literatura una mujer, Pearl S. Buck, apenas la tercera entre la ya larga lista de varones galardonados con esta importante presea. Se trataba de una norteamericana, hija de misioneros presbiterianos, que había nacido en Hillsboro, Virginia, el 24 de junio de 1892, pero se había criado en China, a donde sus padres dirigían una misión.

Allá, la niña observadora, aprehendía con ojos de escritora el mundo oriental y lo grababa en su memoria para describirlo después, de una forma profundamente conmovedora, convertida en artículos periodísticos, pero, sobre todo, en las encantadoras novelas que le valdrían importantes premios.

La más emblemática de sus obras, La buena tierra, la hizo acreedora al Premio Pulitzer y a la medalla Howells en 1935, vendió un millón de ejemplares en su primer año y se tradujo a más de treinta idiomas.

En ella relata la historia de Wang Lung, un campesino pobre, quien con astucia y arduo trabajo se convierte en un rico terrateniente, pero también, debido a la sequía y al complicado entramado social, cae en la miseria más profunda, viéndose obligado a emigrar y mendigar junto con su familia.

Pearl penetra con gran acierto en la condición de los campesinos y su amor a la tierra. También es notable la forma en que nos acerca a la terrible condición de las mujeres chinas de aquel tiempo.

Por si no se han acercado a esta obra maestra, o para recordar el placer de su lectura, les comparto este fragmento que narra cómo la campesina O-lan, mujer de Wang Lung, da a luz a su primer hijo:

Cuando llegó el momento, no quiso a nadie a su lado. Fue un anochecer, temprano, cuando apenas se había puesto el sol. O-lan se hallaba trabajando junto a su marido. El trigo había sido cosechado; el campo, inundado y sembrado de arroz, que daba ahora fruto; las espigas aparecían maduras y pletóricas tras las lluvias estivales, tras el tibio y dorado sol otoñal. Juntos habían estado haciendo gavillas todo el día, doblados, cortándolas con unas hoces de mango corto. O-lan se inclinaba rígidamente, por la carga que llevaba, y se movía con más lentitud que Wang Lung, de manera que segaban con desigualdad: la hilera de él más avanzada que la de ella. Wang Lung se volvió a mirarla con impaciencia, y entonces la mujer se detuvo, enderezose y dejó caer la hoz. Su rostro estaba empapado en sudor, en el sudor de una agonía nueva.

--Ya ha llegado –dijo—. Voy a entrar en la casa. No vayas al cuarto hasta que yo llame. Pero tráeme un junco recién pelado y afilado, para que yo pueda separar la vida del niño de la mía.

Y atravesó los campos en dirección a la casa como si nada ocurriera. Él se la quedó mirando, y luego fue al pantano, escogió un junco verde y flexible y lo afinó con el filo de su hoz. La rápida sombra otoñal comenzó entonces a cerrar el crepúsculo, y Wang Lung, echándose la hoz al hombro, se encaminó a la casa.

Al llegar a ella encontró la cena caliente sobre la mesa, y al viejo, comiendo. ¡La mujer se había detenido a prepararles la comida! Y se dijo que una mujer así no se encontraba fácilmente.

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...