Hay dos protagonistas en la historia: Isabel y Ángel.
Ella estuvo ligada a la terminación del imperio azteca,
al ser hija de Moctezuma y casarse cinco veces, al final con Juan Cano, un
español que, como todos, vinieron para hacerse ricos. Me llama la atención que
la narración sea con la psicología actual, aunque seguramente debe de haber
mucho pensamiento mágico.
En el caso de Ángel, lo quitan de en medio para poderse
llevar la herencia de Isabel, primero enviándolo a Zacatecas y luego a Génova.
Le toca participar en la batalla de Lepanto y luego aburguesarse con el
comercio en la Nueva España.
Me pongo a pensar que la globalización empezó en ese
entonces, aunque las comunicaciones eran bastante más complicadas que las
actuales y todas las idas y venidas eran llenas de peligro, pues tanto por
tierra como por mar había asaltantes y piratas.
Para destacar en ese entonces, se debería de estar en el
lugar preciso, a la hora precisa y con la inteligencia precisa. Nada que no se
siga repitiendo.
Tanto Hernán Cortés como Juan de Austria vienen de
orígenes humildes, pero saben tomarse su entorno y dominarlo.
Casi siempre vemos caricaturas de los dominantes de esa
época: Moctezuma, Cuitláhuac, Cuauhtémoc, Carlos V y Felipe.
El tamaño de los capítulos hace que avancemos ágilmente
por el libro, aunque hace que muchas veces nos quede a deber la psicología de
los personajes y la profundidad de las situaciones.
Bertha, el que confieses que conoces todos los lugares de
los que hablas y que saldes deudas con tus antepasados hace que uno vea que tu
vida ha sido muy interesante.
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