Mis novelas

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martes, diciembre 28, 2021

EL DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Inocente palomita

Que te has dejado engañar

Sabiendo que en este día

En nadie debes confiar

 

¿Cuántas bromas te han hecho hoy, amigo, amiga, terminando con esta estrofilla y, luego, con la carcajada del bromista que goza tanto este día? Y es divertido, ¿no crees? Salvo algunas bromas que rayan en lo pesado, la creatividad y la gracia se imponen en este 28 de diciembre, día que la Iglesia Católica dedica a los llamados Santos inocentes, y que la picardía popular ha convertido en la fecha para sorprender a los amigos con algún engaño inocente.

Pero ¿Quiénes son en realidad estos santos? En el calendario litúrgico, esta fecha se refiere a un capítulo de los evangelios, donde se narra la llegada de unos reyes de Oriente a Jerusalén, al palacio del rey Herodes. Estos personajes informan a su par judío que han venido siguiendo la estrella, señal del nacimiento de un gran rey de reyes. Como se imaginarán, Herodes entra en pánico; trata de averiguar quién es este peligro para su corona. Pero los visitantes deciden no darle más informes, pues sospechan de la actitud de su anfitrión. Herodes, para conservar su poder, da la crudelísima orden de degollar a todo infante de dos años o menos en toda Judea. Estos niños, víctimas de la locura del poder, son los santos inocentes.

Tal relato espeluznante no tiene sustento en la historia laica. Cuando yo escribía la novela El pez de alabastro, ubicada precisamente en aquellos tiempos y lugares, revisé las fuentes históricas que los estudiosos consideran “serias”. Ninguna de ellas menciona una matanza de tal magnitud. El autor que dedica buena parte de su obra a la llamada “era herodiana”, Flavio Josefo, escribió que Herodes, ya gravemente enfermo del cuerpo y de la mente en los últimos años de su reinado (los cuales coinciden con la época del nacimiento de Jesús), estaba obsesionado y lleno de rencor contra el pueblo judío, pues a pesar de haberlo gobernado por más de tres décadas, mantenido una posición bastante honrosa ante el poderío romano y construido grandes obras de ingeniería y arquitectura, entre ellas el templo de Jerusalén, mucho más fastuoso que el del legendario Salomón, nunca lo había aceptado ni menos, amado. Entonces, este poderoso tirano, para obligar a que en cada casa de la nobleza judía se guardara luto cuando él falleciese, hizo apresar a los primogénitos de esas familias orgullosas de su estirpe y dejó firmada la orden de que en el momento que él muriera, se ejecutara a esos niños y jóvenes.

Tal absurdo mandato no se cumplió. En cuanto Herodes dejó de respirar, su hermana Salomé aconsejó a Arquelao, el heredero, liberar a los detenidos como primera acción de gobierno para granjearse su gratitud.

Eso dicen las dos versiones de la historia, amigos, y para quienes creen en la comunicación desde el más allá, compartiré un dato más: durante la investigación para mi novela, una amiga que practica el espiritismo, convocó al espíritu de Herodes a la sesión de su grupo. El monarca se presentó y, a través de ella, me envío un mensaje: agradecía que alguien se preocupara por reescribir su historia y me pedía que le dijera a la gente de este tiempo que no es responsable de la matanza de bebés que le achaca la historia sagrada…

¿Quién tiene razón y quién trata de engañarnos, como a inocentes palomitas? Ustedes decidan.

miércoles, diciembre 22, 2021

LOS NACIMIENTOS

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Estamos en plena temporada navideña. Las decoraciones luminosas llenan las calles, las fachadas de las casas, los escaparates de los comercios. Predominan los arbolitos, heredados de la tradición anglosajona, con sus vistosas esferas. Y los simpáticos Santa Claus, también provenientes de Europa por la vía de nuestros vecinos norteños. Pero basta con pasear un rato por las calles de Metepec, recorrer los talleres y tiendas de artesanía, asomarse por la ventana hacia el interior de los hogares, para comprobar que más nuestro, y más entrañable que todos esos vistosos motivos, es el tradicional “nacimiento”, también llamado “belén”, “pesebre” o “portal”.

Esta representación de la escena en que pastores, animales, ángeles y José y María, adoran al niño dios, recién nacido en humildísimas condiciones, es una de las costumbres más antiguas y bellas de esta temporada.

Cuenta la tradición que, en 1223, Francisco de Asís viajaba por su natal Italia predicando la sencillez, la pobreza y la fraternidad entre todas las criaturas del Señor, cubierto sólo por harapos y calzando unas rudimentarias sandalias. Era la víspera de Navidad en aquellas montañas y sorprendió a la pobre comitiva, una copiosa nevada. Por fortuna, pudieron refugiarse en la ermita de Greccio. En señal de gratitud y alabanza, a Francisco se le ocurrió representar la escena del natalicio de Jesús con un nacimiento viviente, es decir, representando él y sus hermanos a los protagonistas de la historia sagrada e incluyendo a los animales del pesebre.

Esta manera de recordar la venida del Mesías se generalizó por Italia, a veces con personas y, cada vez más, con figuras modeladas en barro o talladas en madera. La inclinación artística de los italianos, la influencia renacentista y luego la barroca, hicieron que estas figuras y la representación toda, se fuera sofisticando y se convirtiera en lo que los artistas postmodernos llaman una “instalación”, llena de creatividad y belleza.

Dos siglos más tarde, Carlos III llevó tal costumbre a España, de donde pasó, gracias a los frailes franciscanos, a las colonias de América, entre ellas a nuestro país. En Nueva España, donde resultaba tan común el uso del barro para figuras ceremoniales y ornamentales, se comenzaron a hacer bellos nacimientos en ese material, a los que se sumaron motivos regionales, como los guajolotes, nopales, magueyes y pastorcillos vestidos a la usanza mexicana.

Se adoptó también la práctica del “arrullo”, una bella costumbre que consiste en colocar la figurilla del niño Jesús en una sabanita y arrullarlo cantando villancicos y la nana “duerme y no llores”. Luego, se le da besar a cada uno de los asistentes, para posarlo al fin entre José y María. Finalmente se reparten los aguinaldos, se quiebra la piñata y se sirve la cena navideña.

Metepec, tierra de alfareros, es fiel a la tradición del nacimiento. En los hornos de sus artesanos se cuecen, año con año, cientos de figuras del llamado “misterio”, es decir, la sagrada familia junto con los animales del pesebre, amén de pastores, ovejas, ángeles y todos los personajes que la imaginación sea capaz de incluir en un nacimiento. De todo el país y aun del extranjero llegan compradores para llevar a sus casas, iglesias y lugares de trabajo dichas piezas artesanales.

miércoles, diciembre 15, 2021

ABDULRAZAK GURNAK

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Una grata sorpresa ha resultado, este año, la decisión de la Academia Sueca en cuanto al otorgamiento del máximo galardón de las letras a Abdulrazak Gurnah, un escritor británico, aunque nacido en Zanzíbar en 1948, del que poco o nada habíamos escuchado en el mundo de habla hispana. La academia ha destacado "su penetración intransigente y compasiva de los efectos del colonialismo y del destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes".

Autor de novelas en inglés, sus obras más famosas son Paradise (1994), En la orilla (2001) y Desertion (2005). Sus investigaciones se centran en el postcolonialismo, así como el colonialismo especialmente relacionado con África, el Caribe e India.

Con esta distinción yo, como muchos de mis colegas, recupero la confianza en ese tribunal que había dado, en los últimos años, mucho de qué hablar.

Otorgar un reconocimiento a la trayectoria es, sin duda, un acto de justicia siempre aplaudido. Si bien alguien que dedica su vida a una tarea, a una pasión, no lo hace en busca de premios y galardones, no dejan de resultar una deliciosa golosina que se agradece y constituye una motivación para seguir adelante.

En cuanto nos enteramos del premio a este autor, anunciado hace un par de meses, quienes habitamos el mundo de los libros corrimos a enterarnos de su vida, su obra y a tratar de obtener algún ejemplar de la misma. Fue difícil porque solo tres de sus obras habían sido traducidas al español y estaban totalmente agotadas.

Pero por fortuna ya se reeditó Paraíso, la cuarta de sus 10 novelas, considerada su obra maestra y que se desarrolló a partir de un viaje de investigación a África Oriental, alrededor de 1990; es un relato sobre la mayoría de edad y una triste historia de amor en la que se estrellan diferentes mundos y sistemas de creencias.

Del primer capítulo, comparto este fragmento:

En aquella época vio a dos europeos en el andén. Eran los primeros que veía en su vida, pero aun así no se asustó, por lo menos al principio. Iba a menudo a la estación para ver la entrada de los trenes, estruendosos y llenos de gracia, y luego esperaba hasta que volvían a ponerse en movimiento bajo las órdenes que el ceñudo guardavía indio impartía valiéndose de un banderín y un silbato. En ocasiones, Yusuf esperaba durante horas la llegada de un tren. Los dos europeos también esperaban, de pie bajo un toldo, con el equipaje y otros enseres voluminosos apilados con esmero a corta distancia. El hombre era corpulento, y tan alto que tenía que agachar la cabeza para no tocar el toldo bajo el cual se protegía del sol. La mujer, cuyo resplandeciente rostro aparecía parcialmente oscurecido por dos sombreros, estaba un poco detrás de él, en la sombra. Llevaba una blusa blanca con volantes abotonada en el cuello y las muñecas y una falda larga que le rozaba los zapatos. También era grande y alta, pero de manera diferente. Mientras ella daba la impresión de estar hecha de alguna materia maleable, como si fuese susceptible de adquirir otra forma, él parecía haber sido tallado de un solo trozo de madera.

A causa de la pandemia, la entrega del Nobel no se realizó el 10 de diciembre en Estocolmo, de manos del rey, sino en sendas ceremonias sencillas en el país de cada galardonado. Menos glamour, pero la misma importancia para la carrera de Abdulrazak Gurnah.

martes, diciembre 07, 2021

HAITÍ

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Puede que tengan razón quienes niegan la mano del destino, la buena o mala estrella con que nacen personas o lugares… pero la historia de Haití hace reflexionar al más escéptico.

Haití, ubicada en la isla de Santo Domingo, llamada La Española por Cristóbal Colón, es puerta de entrada al continente americano. Por su geografía, rodeada del transparente Caribe, con playas de arena blanca y suave y encantadoras selvas tropicales, debería ser un sitio cercano a la idea de paraíso. Sin embargo, la suerte no ha distinguido a este rincón latinoamericano.

El primer asentamiento fundado por el propio Colón, en 1492, fue bautizado como La Navidad. Se trataba de un pequeño fuerte construido con los despojos de su nave La Santa María, que encalló en la isla. Ahí dejó el almirante a 39 españoles y siguió su viaje. Cuando volvió, casi 10 años más tarde, habían sido ultimados por los nativos.

De ahí en adelante la muerte, principalmente debida a las enfermedades traídas por los europeos, además de luchas, crueldades y el asedio de los piratas, ultimó a la población indígena que pasó, de unos dos millones de habitantes, a solo 60,000.

Para España la isla perdió atractivo pues no se encontró en ella ningún yacimiento de metales preciosos como en el continente, desde Nueva España hasta el Perú. Semi abandonada por los españoles, empezaron a llegar colonos franceses. En 1697, España cede a Francia la parte occidental de la isla que, desde entonces, se denominó Saint Domingue. Estos colonos galos habían encontrado una fuente de riqueza distinta a los metales: el azúcar que tanto apreciaban.

Proliferaron las plantaciones de caña y, para trabajar en ellas, la importación inhumana de esclavos negros.

Con el tiempo, las grandes potencias de la época: Francia, España e Inglaterra, reconocieron el valor estratégico de las islas caribeñas y no dejaron de disputarse –a veces por la vía diplomática y, muchas otras, por medio de las armas— el dominio de esos preciados territorios.

Hacia finales del siglo XVIII, las ideas ilustradas, el triunfo de la independencia de las 13 colonias de América del Norte y de la Revolución francesa, incidieron en el clima de la colonia francesa, donde la injusta organización social constituía el campo fértil para la rebelión.

Consciente de la importancia de conservar su isla caribeña, Napoleón Bonaparte envió, en 1802, un contingente de 24,000 hombres a apagar los focos de rebeldía. Estaban comandados por el general Leclerc, casado con Paulina Bonaparte (quien por cierto, acompaña a su esposo al largo viaje). Leclerc murió de fiebre amarilla y Paulina volvió a Europa. Como consecuencia, en 1804 los haitianos, auxiliados por Gran Bretaña, declararon su independencia.

Hasta aquí parecería una historia feliz: era el primer país independiente de América Latina. Sin embargo, las cosas no fueron tan gratas como suenan: los líderes de la revolución, antiguos esclavos, convirtieron el país en su coto personal de poder y resultaron más tiránicos que los propios gobernantes coloniales. El primero de ellos, de apellido Dessalines, se autoproclamó emperador de Haití bajo el nombre de Jacques I. Lo sucedió Henri Christophe, autonombrado rey Henri I, quien se hizo construir seis castillos, ocho palacios y la fortaleza Laferrière, una de las maravillas de la época.

Bajo tales gobiernos despóticos y sin sentido, los embates de la naturaleza que prodiga terremotos y huracanes sin tregua a la isla, además de la falta de apoyo de los Estados Unidos, que se negaron a reconocer a un país gobernado por esclavos negros, y las luchas continuas contra las autoridades españolas de Santo Domingo y de Cuba, Haití no ha pasado nunca de ser el más pobre y ninguneado de los países latinoamericanos.

Sobre el tiempo y los personajes de la independencia haitiana, les recomiendo ampliamente un clásico de las letras: la novela El reino de este mundo, de Alejo Carpentier.

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...