Mis novelas

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martes, febrero 23, 2021

TRASCENDER EL DICCIONARIO

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

¿Por qué resulta tan chocante para los adultos, a quienes parece irrespetuoso y de mal gusto el vocabulario de los jóvenes? Las nuevas generaciones es­tán siempre –como una manera de afirmar su identidad- en busca de nuevos vocablos, o nuevos significados para palabras viejas. Esto es un proceso natural, dado que el lenguaje es algo vivo; se transforma a través del tiempo, del lugar, de acuerdo a las necesidades y usos del grupo humano que lo utilice. Sería muy extraño que continuásemos usando formas como “plugo a la dueña...”, o el “vosotros”.  También nos sonaría raro que un mexicano utilizara el “che” de los sudamericanos o el “coño” de los españoles.

Tal transformación lingüística es muchas veces provocada por la necesidad de expresar algún fenómeno de tipo tecnológico, como los nuevos verbos “faxear”, “chatear” o la significación de “conectarse” (referida hoy en día a la internet).

        En otro tema, puede obedecer dicha transformación del lenguaje a asuntos de la esfera sociológica, como la palabra a la que hoy quiero acercarme: “Mamón”. Hasta el tiempo de mis abuelos un mamón (utilizado como sustantivo), era un bizcocho –como el panqué Bimbo—, que raramente faltaba en un hogar, recién horneado y acompañado de una taza de espumante chocolate. 

Para alguno con más información científica, mamón es también un árbol de la familia de las sapindáceas y su fruto; una plaga de la vid que chupa sus vástagos. Reciben el mismo nombre los cañones que nacen a las aves cuando están echando la pluma. 

Usado como adjetivo, un mamón es cualquier mamífero que todavía se alimenta de leche materna, o que sigue mamando a una edad mayor de lo normal.

De esta última acepción, el adjetivo ha vuelto a ser sustantivo en lengua italiana, para pasar a designar a un estrato de la población –como decía, la transformación en este caso obedeció a un fenómeno social—.  Los sociólogos del viejo continente llaman mammoni a los adultos del sexo masculino, mayores de 30 años, que se niegan a abandonar la comodidad del hogar materno. ¿Para qué, si allí su madre los mima y atiende al estilo antiguo, mientras afuera tienen una o más novias dispuestas al intercambio sexual, pero no a ser amas de casa tradicionales y mucho menos a limitar su vida profesional por la maternidad?

        En nuestro país –ya desde que los de mi generación éramos jóvenes—, “mamón” es un adjetivo insultante –antes más que ahora—, usado para definir, en tan sólo dos sílabas, a alguien petulante, fanfarrón, que se da más importancia de la que sus méritos respaldan. 

¿A qué se deberá que hoy se use esa palabra tan frecuente y fácilmente?  ¿Son los jóvenes (incluyendo a las chicas) más groseros en su forma de expresarse de lo que fuimos nosotros? 

Probablemente sí, pero no creo que en el caso de esta palabra esa sea la respuesta. Pienso que se ha generalizado debido a un fenómeno sociológico: tal como entre los gringos cada vez hay más obesos (en cantidad y en calidad), aquí cada vez hay más mamones, también en cantidad y en calidad. 

Pareciera ser la “mamonería” un renglón indispensable en el curriculum de un sinfín de profesionistas de este tiempo; si los escudos de armas de las familias todavía tuviesen algún sentido, los de estas personas debieran incluir, necesariamente en latín, lemas como “de sus méritos sabrás por su propia boca” o “feliz aquél que logre una cita”.  La mamonería se ha convertido en epidemia peligrosa en muchos sectores de la población. Por ejemplo, entre funcionarios del gobierno, no importando su nivel en el escalafón; gerentes y directores de crédito de las instituciones bancarias; se han contaminado muchos críticos y columnistas, estrellas del futbol, cine, televisión o compañías disqueras.  No se escapan algunos cineastas y directores de orquesta y por supuesto, los directivos de las grandes casas editoriales. 

Tal característica es posible gracias al apoyo y el profesionalismo de sus secretarias y asistentes, quienes salvaguardan con idéntico estilo la mamífera imagen de sus jefes.

        Qué tal si me ayudan en esta nueva tarea de investigadora lingüística y social, amigos. Les agradeceré que me escriban para engrosar, con sus valiosas aportaciones, la lista de este creciente sector de nuestro país.

 

martes, febrero 16, 2021

EL AMOR

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Celebramos apenas, amigos, el 14 de febrero, día de San Valentín, dedicado al Amor y la Amistad. Buena oportunidad para hablar de mi tema favorito: el Amor. 

En primer lugar, felicidades de todo corazón a aquellos que están enamorados y bien correspondidos, porque no hay estado más maravilloso en la vida. Mis condolencias genuinas para quienes están enamorados y mal correspondidos, porque se encuentran precisamente en el extremo contrario: en el más cruel de los infiernos.  Para todos, les ofrezco aquí un texto que es un tesoro personal: pertenece a las memorias de mi abuelo, Gustavo F. Aguilar (poeta, periodista y dramaturgo), y es un fragmento de una carta que escribió a quien terminaría siendo su esposa, durante un intercambio epistolar que sostuvieron antes de conocerse en persona y enamorarse locamente, como correspondía a un poeta en 1909. En esa carta, con la mañosa intención de engancharla en una polémica duradera, le hace el siguiente alegato:

“…voy a tocar por orden los tres periodos principales del amor que yo divido así:  Antes del SÍ, en el SÍ, y después del SÍ, tratando de probar que en los tres, vive el amor por Amor Propio.

Antes del SI.-  Cualquiera que se suponga al principio de un amor, por ley de costumbre ineludible toca al hombre el ofrecerlo y a la mujer el aceptarlo.  Para este fin comienza el hombre por rodear a la mujer amada de toda clase de atenciones y finuras (es decir, por halagar su amor propio) llevadas hasta el grado de hacerla especial, única, no cediendo ella, aunque sienta amor, sino hasta que está bien convencida de que esas atenciones son sólo para ella (sumo halago para el amor propio en ella) concediendo entonces la primera sonrisa, la primera esperanza, que enciende y acrecienta el amor en él (pues toda concesión halaga su amor propio) hasta alcanzar la completa conquista de un corazón mientras más difícil, más deseado, y mientras mayor la lucha, mayor el triunfo (sumo halago para el amor propio de él).

En el SI.-  Una vez confesado mutuamente un cariño, el diálogo es siempre el mismo:

-¿Me quieres mucho?

            -¡Con toda el alma!

            -¡Cómo me gusta oír esas palabras!

            (¿Habrá mayor halago de amor propio?).

Además, en este periodo del amor, para la mujer amada no hay hombre de más valor, ni de más talento, ni de más simpatía que el hombre amado, y para el hombre que ama, no hay mujer más hermosa, ni más discreta, ni más encantadora que la mujer amada. Uno a otro se rodean de todas las cualidades que soñaron para el ser amado y les ofende una opinión en contra.  ¿Por qué? Por amor propio, para poder decir o pensar: éste que tanto vale, éste me ama a mí, éste es sólo mío…

Después del SI.-  Llegado el amor a la unión real, en más o menos tiempo el amor concluye; nacerá la estimación, el aprecio, al encontrar reales algunas de las cualidades soñadas; pues esto ya no es amor, al menos el amor soñado en un principio, el que usted quiere eterno y aun este nuevo sentimiento, cuando existe, nace el halago inmenso del amor propio, gozando en la realización de un triunfo conseguido tras larga espera, tras larga lucha.  El triunfo de la voluntad halaga siempre el amor propio.

Creo haberle demostrado que si el amor existe, es por amor propio, y ahora no me saque como ejemplo el amor que vive sin esperanza de ser comprendido, ni el amor capaz de todo sacrificio, porque en el primero no creo (lo llamo tontería) y el segundo, es un estado patológico del espíritu que siente cierta voluptuosidad en el sufrimiento y siente interior orgullo (amor propio refinado) al dominarlo todo bajo un solo sentimiento”.

¿Qué opinan, amigos?  Yo (incurablemente romántica), no puedo dejar de creer en el amor verdadero, tal como sucedió a la destinataria de esta carta, que cayó redondita…  pero hay argumentos de peso, ¿no creen?  

martes, febrero 09, 2021

TERESA DE LA PARRA

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Una autora fundamental para las letras de América Latina es la venezolana Teresa de la Parra, nacida en la última década del siglo XIX, en París, Francia, pues su padre era diplomático, si bien pasó su infancia en Venezuela, entre la finca de campo de su familia y Caracas. Luego volvió a Europa donde vivió hasta su temprana muerte causada por la tuberculosis, en 1936.

De la Parra pinta en sus obras el ambiente de su tierra, a la vez que introduce una crítica al machismo de la sociedad venezolana. Por ello su obra fue, por años, aplaudida en Europa, pero ácidamente criticada en su patria.

El estilo narrativo de Teresa de la Parra envuelve por la elegancia y musicalidad de su prosa, además de la maestría con que lleva al lector a los ambientes y construye a los personajes. Recientemente, hemos comentado en los círculos de lectores que tengo el gusto de coordinar, su inolvidable novela Memorias de Mamá Blanca, donde la protagonista, una mujer anciana que se siente cercana a la muerte, relata su niñez en una hacienda de Venezuela. Cargada de tintes autobiográficos que se entrelazan con la ficción, esta deliciosa obra tiene el poder de detonar los recuerdos infantiles del lector, mientras lo mece con la bella música de su lenguaje.

Comparto este párrafo, donde la autora deja filtrar su intención literaria al escribir la obra, su voluntad de imprimir música a las frases:

Si yo fuera novelista de talento (dos humildes suposiciones), impondría la siguiente innovación en la novela: antes de comenzar un diálogo cualquiera tendría siempre un pentagrama sobre mi página. A la izquierda, como de costumbre: clave, tono y medida; luego los compases con notas y accidentes, y abajo el texto: lo mismo que para el canto. Con un poco de solfeo que supiera el lector no tendría sino que tomar el libro en la mano izquierda, llevar el compás con la derecha canturreando y ¡listo! El personaje habría hablado de veras.

En esa misma página habla asimismo, con simpática ironía, de un tema que es aún discusión entre los escritores: la importancia de la claridad en los textos. Dice así:

La claridad que nos hace amables nos impide ser admirables. Lo incomprensible, al humillar violentamente los espíritus, arranca de las manos aplausos irritados y sinceros cuyo verdadero significado es éste: ¡Bravo, bravo, bravísimo, que no hemos entendido ni una jota! (…) La claridad es despreciable y reposante como un par de pantuflas viejas. Yo no aspiro a la gloria, ni a los aplausos, ni al respeto de las multitudes: por lo tanto puedo calzarme de tiempo en tiempo mi par de pantuflas reposantes.

Así, cómoda y reposante, es la novela Memorias de Mamá Blanca, de ninguna manera incomprensible y, justo por ello, sumamente admirable. 

martes, febrero 02, 2021

VOLCANES Y TIEMPEROS

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Celebramos hoy el día de la Candelaria, con un clima casi primaveral que nos hace recordar el sincretismo de esa fiesta. Como casi todas las festividades religiosas, la del 2 de febrero tiene que ver con el ciclo agrícola. Desde esta fecha se comenzaban a pedir a las deidades prehispánicas unas buenas lluvias para el año. Una vez cristianizada, la Candelaria se convirtió en la fecha en que se bendicen las semillas que irán a la tierra junto con la esperanza de los agricultores. En la antigüedad, era el inicio de las festividades en honor de Tláloc que se intensificaban hacia mediados de marzo y terminaban a principios de mayo.

Dichas ceremonias de origen tolteca estaban íntimamente relacionadas con montes y volcanes, en cuyas cimas se depositaban ofrendas, acompañadas de danzas rituales. Todavía hoy se llevan a cabo algunas de estas costumbres. Las más conocidas son las de las comunidades agrícolas de las faldas del volcán Popocatépetl, encabezadas por los “tiemperos” o “graniceros”. Esta especie de sacerdotes o hechiceros estorbadores del granizo, elegidos, según la tradición, por el propio volcán, ya sea por revelación directa, encarnado en un anciano de barba blanca a quien se conoce como “don Gregorio Popocatépetl”, o por haber sobrevivido a un rayo, tienen la tarea de moderar las precipitaciones, espantando con sus danzas y movimientos corporales las granizadas o tormentas capaces de destruir las siembras, y atraer las lluvias en cantidad y calidad necesaria para hacerlas crecer.

En aquellas comunidades, la fiesta principal es el día de San Gregorio, el 12 de marzo. Fray Bernardino de Sahagún y Fray Diego Durán hablan de esta costumbre en sus obras.

También a la cima de nuestro volcán Xinantécatl suben los graniceros. Y también ahí, en el fondo de sus cráteres convertidos en lagunas, se han encontrado vestigios de ofrendas muy antiguas. Y no cabe duda de que estas montañas imponen, fascinan y se hacen presentes con su majestuoso silencio. Sobre todo, después de días malos, es un placer observar la blanca cima de ese señor Xinantécatl reinando sobre el valle. Tan atractivo como don Goyo, el Popocatépetl, o doña Rosita Iztaccíhuatl, su amada volcana.

Se antoja ser un alpinista, quizás un tiempero, y llegar hasta esas escarpadas alturas; ser un vulcanólogo para tratar de desentrañar los misterios de estas montañas mágicas. O un pintor, capaz de captar con belleza el espectáculo inerte de los volcanes. O mejor, las tres cosas, como tal vez ha sido sólo el legendario doctor Atl, padre del muralismo mexicano, quien dedicó una buena parte de su vida a recorrer, estudiar y pintar los volcanes de nuestro país. La vida le obsequió a cambio el gran gozo de ver nacer uno: el Paricutín, aunque le cobró con la pérdida de una pierna en esa aventura.

Este hombre era, además un excelente narrador. En una de sus primeras ascensiones al Popocatépetl, le dedicó una obra lírica: “Las sinfonías del Popocatépetl". Aquí un fragmento de ella:

Sobre las llanuras reverberantes, pareces un enorme zafiro, caído de un mundo quimérico, humeante aún por el choque contra la Tierra.

Maravillosa cúpula del Anáhuac —Pirámide de Teotihuacan engrandecida por los dioses—. Mausoleo de la energía terrestre, siglos dormiste sobre los montes, fertilizando en el reposo de tu silencio inmensas llanuras.

¿Quieres acercarte al doctor Atl? Busca mi novela De la penumbra azul emergió el fuego.

  

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...