Mis novelas

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jueves, enero 04, 2024

LOS REYES MAGOS

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Entramos ya, amigos, al ciclo de festividades que hemos dado en llamar “Puente Guadalupe-Reyes”. Desde el 12 de diciembre no paramos de fiestas tradicionales –casi todas de origen religioso—. Comeremos muchos antojitos: tostadas, buñuelos, pozole, mientras entonamos las Posadas. Disfrutaremos del bacalao, el revoltijo a base de romeritos, pavo y ensalada navideña, sin faltar los deliciosos turrones. Para terminar el puente, nos reuniremos con familiares y amigos alrededor de una rosca de reyes, acompañada de espumoso chocolate caliente. ¡Qué rico! 

Luego, la vida volverá a la normalidad. Los niños guardarán sus juguetes nuevos, para volver a clases. Los adultos estaremos de nuevo en el trabajo y, más de uno, tendremos entre nuestros propósitos urgentes recuperar la línea… es decir, de vuelta a la lechuga y el pollo asado…  Pero nos quedará el buen sabor de boca, la satisfacción de haber convivido con seres queridos y estaremos motivados a comenzar un nuevo año con mucha energía.

Hoy quiero compartir con ustedes los vuelos de mi imaginación a propósito de los Reyes Magos, estos seres legendarios que, cuenta la tradición, viajaron desde Oriente, guiados por una estrella, para conocer a un gran rey, el Mesías esperado por los judíos.

Hace ya muchos años, en mi primera novela “Con una sola mirada tuya”, reviví esta escena, relatada por una niña que pudo ser testigo de aquellos acontecimientos:

  Los hombres volvieron del templo llenos de excitación. En el pueblo se rumoraba que llegarían unos gentiles, ricamente ataviados y viajando con gran escolta. Eran originarios de Oriente y se encontraban en Jerusalén.  Se decía que eran tan importantes que el propio rey Herodes los hospedó en su palacio.

 Horas más tarde, cuando la extraña estrella se colocó nuevamente sobre la casa, llegó efectivamente una gran caravana. Mis primos y yo atisbábamos boquiabiertos por la ventana. ¡Ni en sueños hubiese podido imaginar tal espectáculo! Grandes animales que yo desconocía, cubiertos con telas bordadas en oro y plata, llevaban sobre sus lomos bultos igualmente decorados. Tres de aquellas bestias cargaban una especie de tiendas, con no menos adornos. Caminaban delante de cada una, hombres de oscura tez, llevando las riendas de los animales. Me acerqué al oído de mamá y le pregunté en secreto:

  -¿Es alguno de ésos el rey Salomón del que me has hablado?

  -¡No hija! -exclamó riendo-. Salomón murió hace ya cientos de años.

  -Entonces ¿quienes son?- pregunté con voz cada vez más fuerte.

  Ella llevó el dedo a sus labios pidiéndome silencio. Entonces, uno de los hombres que venía a pie, se acercó a la puerta y preguntó por el dueño de la casa. Tío Natán salió, y el hombre le dijo:

  -Mi amo el jeque Melchor, y sus amigos, los jeques Gaspar y Baltasar, solicitan permiso para entrar en tu casa a hablar contigo.

  -Mi puerta está siempre abierta a los viajeros-, contestó mi tío, visiblemente nervioso-, siempre que estén dispuestos a respetar nuestras costumbres.

  El hombre hizo una seña a sus compañeros y los animales se arrodillaron lentamente. Se abrieron los cortinajes y salieron de cada una de las tiendas los mencionados jeques. Solamente ellos tres y su intérprete entraron en la casa, el resto de la caravana permaneció afuera.

  Mi tío les ofreció asiento inmediatamente, y tía Esther sirvió vino y puso sobre la mesa frutas secas, aceitunas, pan y queso.

  Melchor ordenó al intérprete comenzar a hablar, para explicar el motivo de su visita.

  -Los jeques Melchor, Gaspar y Baltasar son hombres muy sabios, dedicados a estudiar la luna y las estrellas. Han realizado este largo viaje desde el Oriente, siguiendo a la estrella nova que actualmente se encuentra sobre tu casa. Esta estrella ha tenido un comportamiento diferente al pronosticado según sus estudios, despertando en ellos mayor interés. Desean estar lo más cerca posible de ella cuando haga explosión y se produzca la "lluvia de estrellas". Como éste es el lugar exacto bajo el astro de acuerdo a sus cálculos, los jeques solicitan tu permiso para instalar su campamento aquí, al lado de tu casa. Por supuesto se comprometen a no causarte inconvenientes, salvo el movimiento de su grupo de esclavos y animales.

  Tío Natán permaneció pensativo un rato, halándose la barba. Antes de responder buscó los ojos de mi padre como pidiendo su opinión. Papá se acercó a él, aconsejándole que preguntase cuánto tiempo calculaban permanecer allí.  El esclavo respondió al instante:

   -Mi amo piensa que la estrella no durará más de dos o tres noches.

   -Di a tu amo que mi familia y yo estaremos honrados con su presencia- expresó entonces tío Natán- y cualquier cosa que necesiten no titubeen en pedirla.

   Quizás fue exactamente así… ¿no creen amigos? Pero si alguno tiene otra versión de la historia, no dejen de compartirla conmigo…

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