Mis novelas

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miércoles, marzo 15, 2023

VENEZUELA

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Hablábamos hace poco de la mala suerte que ha tenido Nicaragua, un lugar de gran belleza natural, cuna y botín de dictadores indeseables. Hoy traeré a este espacio otro país latinoamericano al que la Naturaleza prodigó con belleza y recursos, pero por lo mismo, ha sido oprimido y saqueado una y otra vez. Ha tenido tan mala suerte que podríamos aplicar a algunos países ese dicho de “la suerte de la fea, la bonita la desea”.

Me refiero en esta ocasión a Venezuela, donde el universo ha sido especialmente generoso. Bañada por varios ríos, entre los que destaca parte del Amazonas y el Orinoco, la tierra venezolana es muy fértil y sus diferentes ecosistemas albergan numerosas especies animales y vegetales. Es, por ejemplo, cuna del cacao, cultivo que le dio grandes riquezas desde tiempos prehispánicos. 

Tras la conquista española, tuvo esta región, poblada por varias etnias entre las que sobresalían los caracas, la mala fortuna de que el emperador Carlos V, que era monarca de España pero también de la actual Alemania, lo entrega a los banqueros Welsers de Augsburgo, de quienes obtenía millonarios créditos para sostener sus guerras europeas y conquistas transoceánicas. 

Estos empresarios enviaron administradores con un solo objetivo: obtener riqueza rápida, de preferencia en metales y mercancías de pronta recuperación. El resultado: una política de saqueo, devastación y exterminio.

Al abdicar Carlos V y dividir sus dos coronas: el Sacro Imperio para su hermano y España para su hijo Felipe, terminó el gobierno de alemanes en la cuenca del Orinoco. 

Conforme avanzó el tiempo, se fueron estableciendo colonos españoles en ese territorio, algunos para explotar minas, otros tras las maderas preciosas de las zonas selváticas, pero otros muchos para obtener, en grandes plantaciones y con manos esclavas, productos agrícolas de esas nobles tierras en donde se daban con exuberancia el cacao, el café, la caña de azúcar y, más tarde, el valioso añil.

Surgió así una clase social de millonarios criollos y mestizos, en cuyo seno daría frutos la semilla de la Ilustración francesa. Entre ellos estaba el Libertador, Simón Bolívar, quien consiguió la independencia de la Gran Colombia, a la que por entonces pertenecía la hoy Venezuela.

Y ese fue el primer venezolano que, enamorado del poder y ensoberbecido por el triunfo, intentó convertirse en dictador de toda la América del Sur.

El Estado de Venezuela se escindió de Colombia en 1830, pero pasó años sin conseguir una verdadera estabilidad política.

Resaltan en el periodo de caudillos militares que se sucedieron en el poder desde aquel siglo XIX, el General Antonio Guzmán Blanco, apodado “El ilustre americano” que gobernó varios periodos, alternados con presidentes leales a él, desde 1870 hasta 1888.

Tras él, un movimiento llamado la Revolución Liberal Restauradora, colocó como cabeza del gobierno, primero como vicepresidente y, a la muerte del primer mandatario, en 1908, como presidente, a Juan Vicente Gómez, quien permanecería en el poder por 27 años, hasta su muerte en 1935. Su gobierno fue autoritario, opresor y censurador. Tanto, que llegó a cerrar la Universidad Central de Venezuela por una década, sumiendo al país en el atraso educativo.

Poco después, cuando el petróleo se volvió el oro negro del planeta, Venezuela, con sus grandes yacimientos, apareció en la lupa de Estados Unidos. Entonces, en 1945, Marcos Pérez Jiménez, mediante un golpe de estado, se convirtió en nuevo dictador. Al terminar su primer periodo, y viéndose perdido frente a la oposición, suspendió las elecciones y permaneció en el poder, apoyado por Estados Unidos, el patrocinador de dictadores latinoamericanos del siglo XX.

En 1958 Pérez Jiménez fue depuesto por un movimiento cívico-militar que dio al país 30 años de democracia con gobiernos, si bien tan imperfectos como todos, surgidos de la voluntad ciudadana. Sin embargo, la ebullición política no paraba y menos ante una economía con grandes altibajos.

En 1976 se nacionalizó el petróleo; 20 años después, la Apertura petrolera permitió la inversión privada en el ramo.

Mientras tanto emergió dentro de las fuerzas armadas una corriente autocalificada nacionalista, patriótica y progresista, encabezada por el Teniente Coronel Hugo Chávez, que intentó, sin éxito, un golpe de Estado en 1992. A pesar del fracaso y de caer en prisión, Chávez se tornó una figura sobresaliente que ganaba adeptos día a día.

En 1998 consiguió aglutinar a varios partidos alrededor de su candidatura y obtuvo la presidencia por la vía electoral. El planteamiento de llamar a una Asamblea Constituyente para establecer un nuevo marco político, un nuevo régimen y una nueva República fueron sus ofertas políticas. La mayoría del pueblo no escuchó los mensajes negativos y se volcó de manera masiva a consolidar el triunfo de Chávez, con el cual se inició un oscuro período de la historia política de ese país.

Sabemos el resto: Hugo Chávez murió en la silla presidencial y se la heredó en 2013 a su hijo político, el tiránico Nicolás Maduro. ¿Hasta cuándo? Probablemente también de por vida.

Así que la hermosa Venezuela seguramente envidia la suerte de alguna tierra menos rica en recursos.


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