Mis novelas

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miércoles, marzo 29, 2023

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Estamos estrenando primavera. Los humanos, que somos (aunque a veces lo olvidamos) una pieza más de ese gran universo llamado Naturaleza, no estamos exentos del influjo del clima y los astros. Igual que las plantas y los animales, al comenzar otro ciclo, nos sentimos movidos por una fuerza renovadora. Estamos más alegres, más activos y, quizás, más sensibles a las fuerzas de Eros. No hay cultura que, a través de la historia, no celebrase el fin del invierno, el tiempo propicio para que la fertilidad se enseñoree de todo ser vivo. Festejar la llegada de la primavera ha sido inherente a la humanidad en el planeta entero.

En la antigua Grecia, la primavera se celebraba con las llamadas “danzas laberínticas”, relacionadas con el mito de Ariadna, la bella heredera de Creta. 

Ariadna fue, según la mitología griega, hija de los reyes de Creta que atacaron Atenas tras la muerte de su hijo Androgeo. Cuenta la leyenda que, a cambio de la paz, los atenienses debían enviar siete hombres jóvenes y siete doncellas cada año para alimentar al Minotauro, quien habitaba dentro de un laberinto. 

Un año, Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, marchó voluntario con los jóvenes para liberar a su pueblo del tributo. Ariadna se enamoró de Teseo y le ayudó dándole una espada mágica y un ovillo del hilo que estaba hilando además de una corona luminosa para que pudiese hallar el camino de salida del Laberinto tras matar al Minotauro. Tras el éxito, Ariadna huyó con Teseo, pero de acuerdo con Homero, “no pudo lograrlo, porque Artemisa la mató en Día, isla situada en medio de las olas, por la acusación de Dionisio”. 

Debido a este amor inaplazable, surgido al bailar con Teseo en una danza que parecía a los juegos de apareamiento entre algunas especies animales, se relaciona a Ariadna con la primavera.

Según el historiador y novelista Robert Graves, en Los mitos griegos, las danzas laberínticas las instituyó el propio Teseo, al danzar, junto con sus compañeros de armas “la danza llamada la Grulla, que consiste en evoluciones laberínticas realizadas con pasos mesurados, con acompañamiento de arpas… en Cnosos, Dédalo había construido para Ariadna una pista de baile en la que estaba marcado en relieve de mármol blanco un laberinto copiado del egipcio. Cuando Teseo y sus compañeros bailaron la Grulla en Cnosos fue la primera ocasión en que hombres y mujeres danzaron juntos”.

En La Ilíada, Homero describe el laberinto de Cnosos de la siguiente manera:
Dédalo ideó en Cnosos un suelo

Para que danzase la rubia Ariadna

Lucitano, en su estudio sobre la danza, se refiere también a danzas populares cretenses relacionadas con Ariadna y el laberinto, que se bailaban en las fiestas del comienzo de la primavera. 

De Creta, las danzas laberínticas pasaron a Italia, así lo cuenta Plinio en su Historia natural, también llegaron a Troya y parecen haber sido introducidas en Britania hacia fines del tercer milenio antes de nuestra era por inmigrantes provenientes de África del norte.

Danzar en pareja se volvió una cuestión normal en el mundo occidental de tiempos posteriores y todavía lo es. Ya no se requiere un laberinto en la pista de baile ni hace falta esperar a las fiestas del inicio de la primavera. Pero, ya que estamos en esa estación... ¿qué tal una velada romántica con algo de música y danza?


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