Hacia
fines del siglo XVIII, la autoridad colonial decidió reorganizar el territorio
de la Nueva España en doce intendencias, para las cuales utilizó la división
que la Iglesia católica otorgaba a las distintas diócesis. Así pues, correspondió a las tierras que
circundaban la capital del país, el apelativo de Intendencia de México.
Comprendía esta cerca de 115,000 km2, abarcando los actuales estados de
Hidalgo, Morelos, Guerrero y México, además, desde luego, el después llamado
Distrito Federal, hoy Ciudad de México. En este enorme y diverso territorio se
gestaban un sinnúmero de conflictos. La mayoría del orden de la propiedad de
las tierras y aguas, amén de los problemas provenientes de cuestiones raciales
o de castas. Los pueblos de indios, cuya población había crecido
considerablemente, eran focos de tensión donde la semilla de la insurrección prendería
como fuego en leña seca. Por otra parte, siendo el centro neurálgico de la
Colonia, la influencia de las ideas ilustradas era fuerte y directa.
Así
pues, cuando el ejército popular comandado por don Miguel Hidalgo y Costilla,
en su camino obligado hacia la capital de la Colonia, pasó por el actual Estado
de México, no tuvo dificultad alguna para sumar, a los cerca de 50,000 hombres
que lo seguían desde Guanajuato y Michoacán, 30,000 más que se le unieron desde El Oro y Temascalcingo, San Felipe e
Ixtlahuaca hasta Toluca, y luego en Metepec, Atenco y Santiago Tianguistenco,
armados en su mayoría sólo con palos y machetes, para enfrentarse y vencer a
los realistas en el Monte de las Cruces.
A
pesar de que Hidalgo fracasó muy poco tiempo después de esta gran victoria y
fue aprehendido, juzgado y ejecutado, el movimiento no dio marcha atrás,
encabezado por otros importantes líderes, entre ellos José Ma. Morelos y Pavón
e Ignacio López Rayón. Fue este último
quien aglutinó a su alrededor a una serie de personajes de nuestro estado: en
el norte del mismo sobresalieron Miguel
Sánchez y los Villagrán; en el sur, en Amanalco y Temascaltepec, dos
parientes del cura Hidalgo: Tomás y
Mariano Ortiz. Joaquín Canseco salió
de Tenancingo con indios de veinte pueblos hacia Tenango, para reunirse con José María Oviedo, lugarteniente de
López Rayón. Ya bajo el mando de Oviedo intentaron tomar Toluca, pero fueron
rechazados por los realistas y tomados prisioneros, para ser luego ejecutados
en la plaza principal de dicha ciudad, que por esta acción tomó el nombre de
Plaza de los Mártires.
Perdido
Zitácuaro como bastión insurgente, la Suprema Junta Nacional se mudó a
Sultepec. Allí, el doctor José María Cos
publicó los periódicos insurgentes “El Ilustrador Nacional” y luego “El
Ilustrador Americano”.
Posteriormente,
cuando tanto Morelos como López Rayón cayeron en manos de los realistas y
fueron ejecutados, el movimiento tomó nueva fuerza en el sur, en el actual
estado de Guerrero (que por entonces era parte de la Intendencia de México),
nombrado así en honor de Vicente Guerrero, el último gran caudillo de la
Independencia quien, al pactar la alianza con Iturbide y formar el Ejército
Trigarante, llevó a término esta guerra.
Además
de los caudillos mencionados, otros mexiquenses formaron parte de esa heroica
gesta. Entre ellos destacan:
José Rafael Polo Díaz De La Vega
Nació en San Nicolás de los
Cerritos, Estado de México y murió en Los Mogotes, Michoacán (1781-1814).
Insurgente que con sus hermanos Manuel y José Trinidad armó un cuerpo de
caballería que se unió a las fuerzas de Ignacio López Rayón. Participó en la defensa
de Zitácuaro y mantuvo activas las guerrillas del Estado de México.
José
Manuel Izquierdo
Oriundo de Sultepec, Estado de México, estudió la
carrera eclesiástica. Al conocer el movimiento armado del cura Miguel Hidalgo y
Costilla, se unió a las tropas del militar Mariano Ortiz. En 1811 fue nombrado coronel
de las tropas del cura José María Morelos y Pavón y Leonardo Bravo.
Participó en las batallas de Tenango del Valle,
Cutzamala y la de Sultepec; en 1813 fue nombrado comandante interino de este
último distrito. Su padre, Don Nicolás
Izquierdo fue aprehendido por los realistas para amenazar a José Manuel y
hacerlo desertar de las filas insurgentes, pero éste no aceptó y el padre fue
ejecutado.
Siguió siendo perseguido por el ejército realista y
obligado de retirarse a Michoacán. Apoyó
el Plan de Iguala y el 27 de septiembre de 1821, entró a la ciudad de México
junto a las tropas de caballería con el Ejército Trigarante, murió en Sultepec
en 1833.
Pedro
Ascencio de Alquisiras
Nació en Tlapa de Comonfort, Guerrero, en el año de
1778, de origen indígena y profesión de arriero, dejó su pueblo natal para
enlistarse en las filas del ejército insurgente y convertirse en guerrillero
suriano.
Fue Capitán de Caballería a las órdenes de Don José
María Rayón, quien le otorgó el mando de 50 hombres con los que militó de 1814
a 1816. Después de varios episodios en los que demostró su valor, se presentó
ante el General Vicente Guerrero con 3000 hombres, convirtiéndose en el brazo
derecho de este personaje.
En la última etapa de la independencia, cuando
parecía que todo el territorio de la Nueva España se encontraba pacificado,
Pedro Ascencio se fortificó en el cerro de la Goleta desde donde solía hacer
frente al ejército realista; en numerosas ocasiones le fue ofrecido el indulto
por Agustín de Iturbide, el cual fue siempre rechazado para no traicionar su
ideal de completa independencia del dominio español sin negociación alguna con
los realistas.
Dentro de sus batallas más conocidas encontramos la
de San Pablo, el 25 de enero de 1821. Nunca estuvo de acuerdo con la unión de
Guerrero e Iturbide, por lo que no aceptó el Plan de Iguala. En un intento por
tomar el pueblo de Tecala fue sorprendido por el ejército del General Cristóbal
Huber y herido con un machetazo en la cabeza murió el 2 de Junio de 1821. Al
cuerpo de Pedro Ascencio de Alquisiras le fue cortada la cabeza para ser
expuesta en Cuernavaca.
Manuela
Medina “La Capitana”
Nació en el pueblo de Taxco (actual estado de
Guerrero); existe una contradicción en su apellido, ya que algunos afirman que
es Manuela Medina y otros Molina; de origen indio, realizó servicios a la causa
insurgente hasta que se le otorgó el grado militar en los primeros meses de
1813 por la Suprema Junta de Zitácuaro.
Combatió a lado de José María Morelos y Pavón en la
toma del Puerto de Acapulco; no se tiene noticia de que haya aceptado alguno de
los indultos que ofreció el virrey Apodaca, ni siquiera en la etapa más crítica
de la insurgencia. No hay registro de
que esta mujer se acercara a colaborar con el ejército Trigarante ya que, en el
momento de la consumación de la Independencia, Manuela se recuperaba en una
casa de Texcoco al haber sido herida en uno de los combates con las tropas
realistas. Murió pobre y calladamente el 2 de mayo de 1822.
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