Mis novelas

Mis novelas
Mis novelas

jueves, septiembre 14, 2023

EL 11 DE SEPTIEMBRE

-->
DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Para la mayoría de mexicanos la fecha 11 de septiembre solamente se relaciona con un evento no muy lejano en el tiempo, dramático sin duda, pero ajeno a la historia nacional: el derribamiento de las torres gemelas de Nueva York. Sin embargo, pocos estamos conscientes de que esa fecha, 11 de septiembre, fue por años tan celebrada como el 16 del mismo mes, pues conmemora un hecho que consolidó para siempre la independencia de nuestro país.

Cuando hablamos de que el 27 de septiembre de 1921 España, a través del Virrey Juan O’Donojú, reconoció la independencia de una de sus más lucrativas colonias: la Nueva España… ¿nos resulta lógico que se hayan quedado así, tan tranquilos, y no hubieran intentado recuperar tan jugosa propiedad?

Desde luego que lo intentaron. Unos pocos años después, en 1928, el rey Fernando VII, junto con su Consejo, elaboró un plan para emprender la reconquista. Consistía en enviar tropas desde Cuba (que todavía era su colonia) y tomar por sorpresa al ejército de nuestro país. Allá en la Península Ibérica se pensaba que la mayoría de los mexicanos suspiraban por los tiempos coloniales y que sólo era cosa de tomar un par de ciudades y convocar a esos ciudadanos nostálgicos a reorganizar el gobierno bajo la corona hispánica.

Existía desde luego tal sentimiento y no eran pocos los que, dado el desorden político que se vivía en nuestra tierra, pensaban que más valía volver a lo “malo por conocido” que seguir dando tumbos en busca de un nuevo orden por conocer.

Así pues, se fraguó el proyecto de invasión, supuestamente secreto. Pero tal secreto llegó a oídos del gobierno a través de su cónsul en Nueva Orléans. El entonces gobernador de Veracruz, Antonio López de Santa Anna recibió también noticias, gracias a los contactos que tenía en la isla, de los pormenores de aquel plan nefasto.

A ese hombre podemos contarle mil defectos, pero no negaremos que algunos de sus rasgos resultaban muy propicios para la acción: era astuto, arrojado, ambicioso y hábil para dirigir tropas. Es imaginable el estado de ansiedad en el que entró desde que recibió aquella información. Enseguida bombardeó con cartas al presidente Guerrero solicitando recursos para preparar a su ejército. Sugirió también que se le diera el mando por encima de los otros contingentes que se alistaban para la defensa.

El 28 de julio de 1829 las tropas españolas desembarcaron al norte de Tampico. Los días 2 y 3 de agosto las tropas españolas se apoderaron de Tampico el Alto y Pueblo Viejo. El día 4, prácticamente sin combatir, tomaron el Fortín, la bandera española ondeó en el fuerte mexicano.

De inmediato, Santa Anna al frente de unos 1,000 hombres zarpó de Veracruz a combatir a los invasores. Como esperaba, se le nombró general de división y general en jefe del Ejército de Operaciones. Su primer plan fue sorprender a los españoles, embarcando a sus hombres en barcazas que entrarían, silenciosas en medio de la noche, por el río Pánuco para atacar el Fortín, asegurar el armamento del enemigo y de esa manera anularlo. Sin embargo, un torpe tiro se le fue a uno de sus hombres y tuvo que combatir anticipadamente y rehacer toda la estrategia.

Vale la pena repasar acción por acción la cadena de aciertos de ese entonces joven general que, a pesar del mal clima, de lo que tardó en recibir el apoyo de las demás divisiones y de la falta de disciplina militar de la mayor parte de sus reclutas, aprovechó bien las oportunidades que fueron surgiendo y obtuvo finalmente una victoria apabullante sobre éste, el último intento de España de recuperarnos como una de sus colonias.

De allí obtuvo Santa Anna los sobrenombres de “Héroe de Tampico” o “Héroe del Pánuco” y su prestigio aumentó de tal manera que se convirtió en el candidato favorito de los siguientes treinta años tanto para asumir la presidencia como para encabezar ejércitos en las siguientes guerras contra extranjeros: contra Francia en 1838, con éxito al defender el puerto de Veracruz y frustrar la invasión a nuestro territorio (en esta batalla perdió esa pierna que tantas aventuras contaría); contra los Estados Unidos, infructuosamente, tanto en la llamada Guerra de Texas en 1836 (remember The Alamo, como dicen todavía los norteamericanos) y en la también desafortunada defensa de la Ciudad de México durante la Invasión norteamericana en 1848, que nos costó la mitad del territorio.

En el tiempo en que Santa Anna estuvo en el poder, el 11 de septiembre se festejaba con platillo y bombo el haber evitado la reconquista de México por España, pero después, castigado justamente por la historia, esta fecha (que debería, pienso, aislarse de ese castigo) ya ni siquiera aparece en los calendarios cívicos.

 

 

No hay comentarios.:

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...