Mis novelas

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martes, enero 19, 2021

LAS CABAÑUELAS

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Predecir el futuro ha sido siempre uno de los más grandes anhelos de la humanidad. Por simple curiosidad, movidos por cuestionamientos filosóficos y religiosos o, desde el punto de vista práctico, para enfocar correctamente acciones y esfuerzos. Una de las ambiciones primigenias a través de la historia consiste en el justificado deseo de predecir el clima. Desde que el hombre se descubrió capaz de cultivar plantas y obtener así su alimento, surgió en él la necesidad de saber cuándo y cómo las fuerzas de la Naturaleza trabajarían en su favor o en su contra.

De una de las culturas más antiguas, Babilonia, hemos heredado una técnica para tal fin. Se celebraba allá la "Fiesta de las Suertes" o Zamuk, en el ceremonial de Akitu del Año Nuevo Babilónico, en la que se predecía el tiempo para cada uno de los doce meses del año. Hay quien dice que de ello se deriva también el Sukot o Fiesta de los Tabernáculos de la tradición judía.

Pasando de una cultura a otra, esta tradición llegó, a través de los moros, al sur de España, donde adquirió el nombre de “Cabañuelas”. Fueron precisamente los conquistadores de la península los que nos enseñaron a observar el clima de los primeros doce días del año –las Cabañuelas “de ida”—que corresponderán a los doce meses del año, y la segunda docena, es decir, del día 13 al 24 de enero –las Cabañuelas “de retorno”—, cuyo clima se aplicará contando los meses del año hacia atrás.

No en todos los puntos de la Tierra se utilizan los mismos días para realizar el pronóstico (en España el vaticinio se hace en el mes de agosto, los hindúes lo hacen a mitad de invierno), tampoco se ha hecho de la misma manera con el transcurrir de los tiempos. Asimismo, el ámbito de aplicación de un determinado método es pequeño, no extendiéndose más allá de unos 80 kilómetros.

Desde luego que este método es desechado por los científicos. Hoy, con las señales de los satélites, sabemos hasta cómo vestir día a día. Sin embargo, los agricultores toman muy en cuenta las Cabañuelas para sembrar y estar al pendiente de sequías y tormentas que pudiesen arruinar sus sembradíos.

Como quiera, siendo Metepec un sitio de arraigada tradición agrícola –tanto que San Isidro es la principal devoción— no estará por demás observar y anotar el clima de estos días de enero y, a fin de año, amigos, podremos concluir quién fue más certera: la tradición o la ciencia. 

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