Mis novelas

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viernes, agosto 19, 2022

ALEJO CARPENTIER Y LO “REAL MARAVILLOSO”

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

El llamado Boom Latinoamericano en Literatura, que marcó un hito en las letras universales, fue detonado por Alejo Carpentier. Este músico, escritor y viajero incansable plasmó en sus obras, magistralmente entrelazadas, la cruda realidad, la pobreza de Latinoamérica, así como lo fascinante de sus paisajes, de este mundo de maravillosos contrastes.

De nacionalidad cubana, Alejo Carpentier nació en Francia en 1904. Cambió varias veces en su vida de residencia: habitó en La Habana y en París, en Venezuela y en Haití, en México y Madrid. Los personajes de sus obras están, como él, siempre de viaje. De cada sitio extrae lo realista y lo maravilloso, los sonidos, los aromas, la vegetación y el conocimiento del ser humano.

La idea de lo real maravilloso fue introducida en un artículo publicado en el periódico "El Nacional" en 1948. El año después apareció en la introducción de El Reino de Este Mundo. Todavía hay desacuerdos entre los que estudian literatura sobre exactamente lo que es la diferencia entre lo real maravilloso y el realismo mágico, si hay una.

Carpentier describió lo real maravilloso en su introducción: Pisaba yo una tierra donde millares de hombres ansiosos de libertad creyeron en los poderes licantrópicos de Mackandal, a punto de que esa colectiva produjera un milagro el día de su ejecución... A cada paso hallaba lo real maravilloso. Al fin de la introducción Carpentier puso una pregunta a los futuros lectores: ¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real-maravilloso?[] Así aisló su concepto a algo exclusivamente latinoamericano y no nacional.[] En El reino de este mundo, lo real maravilloso forma una perspectiva más de la historia, no es necesariamente una ficción.

Añadió más descripción en su libro Alejo Carpentier: América, la imagen de una conjunción: Lo real maravilloso es eso, esa inesperada alteración de la realidad, una revelación privilegiada, una iluminación inhabitual, una fe creadora de cuanto necesitamos para vivir en libertad; una búsqueda, una tarea de otras dimensiones de la realidad, sueño y ejecución, ocurrencia y presencia.

De una de sus obras fundamentales, Los pasos perdidos, comparto este fragmento:

Silencio es palabra de mi vocabulario. Habiendo trabajado la música, la he usado más que los hombres de otros oficios. Sé cómo puede especularse con el silencio; cómo se le mide y encuadra. Pero ahora, sentado en esta piedra, vivo el silencio; un silencio venido de tan lejos, espeso de tantos silencios, que en él cobraría la palabra un fragor de creación. Si yo dijera algo, si yo hablara a solas, como a menudo hago, me asustaría a mí mismo. Los marineros han quedado abajo, en la orilla, cortando pasto para los toros sementales que viajan con nosotros. Sus voces no me alcanzan. Sin pensar en ellos contemplo esta llanura inmensa, cuyos límites se disuelven en un leve oscurecimiento circular del cielo. Desde mi punto de vista de guijarro, de grama, abarco, en su casi totalidad, una circunferencia que es parte cabal, entera, del planeta en que vivo. No tengo ya que alzar los ojos para hallar una nube: aquellos cirros inmóviles que parecen detenidos allá desde siempre, están a la altura de la mano que da sombra a mis párpados. De lejanía en lejanía se yergue un árbol copudo y solitario, siempre acompañado de un cacto, que es como un largo candelabro de piedra verde, sobre el cual descansa los gavilanes impasibles, pesados, como pájaros de heráldica. Nada hace ruido, nada topa con nada, nada rueda ni vibra. Cuando una mosca da con el vuelo en una telaraña, el zumbido de su horror adquiere el valor de un estruendo. Luego vuelve a estar el aire en calma, de confín a confín, sin un sonido. 

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Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

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