Mis novelas

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jueves, octubre 13, 2022

MAXIMILIANO DE HABSBURGO

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

El paso es la muerte, el trote es la vida; el galope, la felicidad.

Maximiliano de Habsburgo


Era un 19 de junio de 1867.  Después de un juicio sobre el cual todavía la historia no termina de dar su veredicto, el hasta entonces segundo emperador nuestro país, coronado bajo el título de Maximiliano I de México, pero conocido por sus enemigos como “el austriaco”, sería pasado por las armas junto con dos de sus generales: Miramón y Mejía.

Hasta hace poco, la historia oficial, que hizo de don Benito Juárez un ser de tinte sobrehumano, no reconocía al archiduque ni una sola cualidad, ni como gobernante, ni como ser humano. Tampoco a sus compañeros de triste destino, Miguel Miramón, quien fue, dentro de su ideología conservadora, un incansable luchador, y Tomás Mejía, indígena fiel a sus principios.

En años recientes, algunos autores han vuelto a la figura de Maximiliano con el fin de revalorarla a la distancia. Armando Fuentes, “Catón”, en su crónica novelada “La roca y el ensueño”, hace de Maximiliano un héroe y de Benito Juárez un villano. En la orilla opuesta, José Manuel Villalpando, en la biografía novelada “Yo Emperador”, intenta recrear a un Maximiliano maquiavélico, interesado, egoísta y manipulador; un personaje que no se sostiene a través de la narración. Con perfil parecido nos lo presentan en la serie de Netflix, “La Emperatriz”, de reciente estreno.

En el centro de estos extremos, se encuentra un autor austríaco, Konrad Ratz, que ha dedicado varios años a la investigación de las fuentes directas y la valoración de la bibliografía existente sobre el personaje. Sus investigaciones, junto con las de muchos otros especialistas, me ayudaron enormemente a la construcción de un Maximiliano con cualidades y debilidades, sin dejar a un lado las importantes fuerzas internacionales que incidían sobre el curso de nuestra historia, según cuento en mi novela El Cuervo y el Halcón. 

Comparto con ustedes, amigos, en honor a quien murió gritando “¡Viva México!”, este listado de aforismos que el propio Maximiliano de Habsburgo escribió para normar su vida, y que traía siempre consigo, en una tarjeta que guardaba en el bolsillo interior de su chaqueta. Conocerlas nos acercará un poco al ser humano que, aunque de manera equivocada, dio su vida por nuestro país.

El espíritu domina al cuerpo y lo mantiene dentro de los límites de la mesura y la moralidad

No mentir nunca, ni siquiera por necesidad o vanidad

Ser afable con todo el mundo

Justicia en todo y con todos

No hablar mal del prójimo

No responder irreflexivamente

No blasfemar ni decir obscenidades

No decir nada indecoroso, aunque denote ingenio

No tener supersticiones pues son el fruto del temor y la flaqueza

No bromear con los subordinados; no conversar con la servidumbre

Dispensar finas atenciones y consideraciones a las personas que nos rodean

Teniendo razón, usar energía férrea con todos

No burlarse nunca de la autoridad ni de la religión

No entusiasmarse, sino moderarse

Oír a todos, confiar en pocos

No dejarse arrastrar por la primera impresión

No quejarse nunca, es un signo de debilidad

Distribuir siempre el tiempo en muchas y regulares ocupaciones

Al juzgar las faltas ajenas, pensar en las propias

A cada paso, pensar en las consecuencias

Buscar la soledad para pensar

Tomar las cosas con cabeza fría

A todo le llega su tiempo

Nada dura eternamente

Cállate cuando no tengas otra cosa mejor que hacer

Dos horas de ejercicio diario

Estando indispuesto, aislarse del mundo en absoluto

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