Hoy
cedo a la tentación de opinar sobre una polémica que está en boga: el asunto
del cambio de estatuas en Paseo de la Reforma. Algo aparentemente trivial, pero
que implica reflexiones de gran transcendencia: ¿qué significa la mexicanidad?
¿Somos indígenas, españoles, mestizos? La mezcla de sangres y culturas (a las
que podemos agregar algunas más que sólo esas dos) es nuestra verdadera
esencia… ya es hora de asumirlo. Tenemos algo de indígenas y algo de
conquistadores y, también, otros genes e influencias culturales.
Eso
en cuanto a nuestra raza muy mestiza y nuestra cultura multi enriquecida. Pero
hablemos de monumentos.
Las
ciudades van adquiriendo personalidad propia a través de los tiempos,
personalidad de la que forman parte su trazo urbano, las construcciones y los
monumentos icónicos. Si bien las ciudades evolucionan, se transforman, hay
elementos que se hacen imprescindibles en ellas. ¿Podría estar París sin la
Torre Eiffel? ¿Londres sin su Big Ben? ¿Guadalajara sin la Minerva?
Cuando
damos señas y direcciones utilizamos muchas veces estos monumentos como
referencia. Por ejemplo, mi tatarabuela vivía en una casa en Paseo de la
Reforma justo frente a la estatua de Colón, y cuando daba señas de su domicilio
decía: allí en Colón.
He
visto imágenes de la cabeza de Tlalli que desean poner en esa glorieta. La
verdad, me parece muy hermosa, una bella reinterpretación de las cabezas
olmecas; pero hay tantos sitios en donde puede estar, que no veo por qué
mutilar al Paseo de la Reforma de su hermosa estatua del expedicionario genovés, hombre valeroso que
nunca levantó un arma contra nuestros ancestros, y que lleva ahí desde 1877.
Como una muestra de cuán familiar resultaba a la población capitalina la efigie del navegante, comparto estos versos de mi abuelo, firmados bajo el seudónimo Sánchez Filmador; son un fragmento de su columna que aparecía semanalmente en el diario Novedades. Estos se publicaron allá por los años 40.
CANTO A COLÓN:
¡Ay
Colón! ¡Ay Colón!
A
veces yo me quedo consternado
al
ver en el estado
en
que se encuentra toda esta región
hermosa,
aunque insalubre,
que
descubriste un día 12 de octubre
cuando
¡felices tiempos! no existían
autos
ni mordelones
ni
tenían que subirse en los camiones,
ni
¡dichosos! tenían
que
atravesar esquinas hechos bolas,
ni
se les reventaban los oídos
oyendo
cláxons, radios y radiolas,
ni
a mariachis vestidos
de
charros de opereta
con
águilas de seda en la chaqueta.
¡Ay
Colón ¡ay Colón!
Y
para esto emprendiste esa ocasión
un
viaje de dos meses nueve días
sin
saber lo que hacías…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario