Mis novelas

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jueves, enero 13, 2022

SULEIMÁN EL MAGNÍFICO

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Allá en el siglo XVI, cuando nuestro país era colonia del imperio español, uno de los peores dolores de cabeza del famoso Carlos V (I de España) y su hijo Felipe II, “en cuyos dominios no se ponía el sol”, lo constituía otro gran monarca, que gobernaba un imperio tan extenso como el de los Habsburgo: me refiero a Suleimán o Solimán, apodado El Magnífico, quien aspiraba a convertir el mar Mediterráneo en un lago de su imperio otomano.

Suleimán nació en 1494. Era hijo del sultán Selim I y de la bella Aisha, hija del kan de Crimea. Al ser el único hijo varón de la pareja, no tuvo que seguir la cruel tradición turca de asesinar a sus hermanos y sobrinos para eliminar la competencia por el trono. Así que envuelto en ese halo pacífico que hacía dudar a sus súbditos de la fuerza que albergaba, accedió al poder en 1520.

Poco tardó en demostrar su capacidad de gobierno, sus pocos escrúpulos ante la violencia cuando le parecía necesaria y, sobre todo, su ambición expansionista que lo hizo ampliar sus fronteras en tres direcciones principales: hacia el corazón de la Europa cristiana, en las fronteras del Imperio de los Habsburgo; hacia el imperio persa chiíta en el este; y, desde luego, por todo el Mediterráneo.

Aprovechando que la atención del emperador Carlos V estaba concentrada en el enfrentamiento con Francisco I de Francia, Suleimán conquistó Belgrado (1521), venció en la batalla de Mohács (1526), tomó Budapest (1529). Puso sitio a Viena (1529), se anexionó la mayor parte del territorio húngaro (1547) y sometió al Imperio alemán al pago de un tributo.

En 1555 logró la paz de Amasia con los persas, que azotaban sus fronteras asiáticas.

Es legendaria la historia de su tercera esposa, Roxelana o Hurrem, una esclava ucraniana de enorme inteligencia y voluntad de quien se decía que había embrujado al sultán y era quien realmente gobernaba a través de él. También es tristemente célebre la muerte de su heredero, Mustafá, ordenada por el propio Suleimán, quien creyó los rumores de que el hijo intentaba darle golpe de estado.

Este hombre genial como conquistador, que gobernó con mano dura y bajo cuyo gobierno se construyeron algunos de los más hermosos templos y palacios de Turquía, tenía una inclinación no tan conocida: la poesía. Inspirado por Hurrem escribió cientos de poemas y cartas de amor para ella. Comparto estos versos dedicados a ella:

Trono de mi mihrab solitario, mi bien, mi amor, mi luna.

Mi amiga más sincera, mi confidente, mi propia existencia, mi sultana, mi único amor.

La más bella de las bellas...

Mi primavera, mi amada de cara alegre, mi luz del día, mi corazón, mi hoja risueña...

Mi flor, mi dulce, mi rosa, la única que no me turba en este mundo...

Mi Estambul, mi Caraman, la tierra de mi Anatolia

Mi Badakhshan, mi Bagdad y mi Khorasan

Mi mujer de hermosos cabellos, mi amada de ceja curvada, mi amada de ojos peligrosos...

Cantaré tus virtudes siempre

Yo, el amante de corazón atormentado, Muhibbi con los ojos desbordados de lágrimas, yo soy feliz.

Y más tarde, cuando Hurrem murió de cáncer, el sultán escribió:

Languidezco en la montaña del pesar

Donde suspiro y gimo día y noche

Preguntándome qué destino me aguarda

Ahora que mi amada se ha ido.

Les recomiendo la serie El sultán, sobre la vida de este grande. Una excelente producción para la televisión turca, traducida al español, que bien vale la pena.

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