Mis novelas

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jueves, enero 27, 2022

MALINALCO

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Si te preguntaran: ¿qué lugar te parece perfecto para vivir? ¿qué responderías?

Yo he pensado, desde hace unos 25 años, cuando tuve la suerte de visitar a Luis Mario Shneider en su casa de Malinalco, que tal era el sitio perfecto para un escritor… y hoy, heme aquí, recién llegada a este pueblo mágico de nuestro estado, mirando las míticas montañas mientras les comparto una probadita acerca de Malinalco.

Malinaco, cuyo nombre se refiere a la flor de Malinalli o flor del zacate, se encuentra en el sur de nuestro estado, en la llamada ruta de los santuarios que pasa por Tenango y conduce hasta Chalma. Tiene un clima de templado a cálido, equiparable al que ha dado a Cuernavaca el nombre de ciudad de la eterna primavera. Desde luego, tal es la primera cualidad que lo hace atractivo para vivir. Además, conserva el ambiente provinciano, pero con suficientes servicios.

Uno se enamora a primera vista, no hay ángulo visual que no esté poblado de belleza: las montañas, árboles, flores, callejuelas flanqueadas por fachadas encantadoras. Luis Mario lo expresó así en la introducción a la monografía que escribió, publicada en 1999:

No es fabulación, ni resulta gratuito el difundido pensamiento que atesora la gente lugareña al decir que el Señor Misericordioso quiso hacer recordar a los hombres del Estado de México el inmemorial paraíso terrenal y por ello creó la región de Malinalco.

Exuberante naturaleza, paisajes protegidos entre serranías, peñascos y verdores, arropados por un cielo solar y azul, por noches de estrellas centellantes, sitio de murmullo de aves, resonancia de aullidos, de sabores, de frutas, de aire cálido, de olores de vegetación tropical, pero más todavía, de habitantes generosos, recónditos de mística, trabajadores y divertidos, sinceros y acogedores. Sí, Malinalco es un territorio de prodigalidades y purezas, adánico, cargado de magia y energía, agradecido.

Ciertamente, Shneider no exageraba. Todos esos halagos están cargados de verdad. Aquí, además de belleza, se respira tranquilidad, algo que tanta falta hace en estos tiempos. Se puede caminar por las calles del centro sin sentir que van a asaltarte o quedarás en medio de una balacera y también es posible dormir sin miedo.

Si te gusta la historia, como es mi caso, sientes que te envuelve ese pasado en que los guerreros mexicas de élite venían a perfeccionar su entrenamiento y participar del ritual de iniciación en el templo excavado en la montaña. O pertenecer al equipo de tlacuilos que tan bellamente decoraron los muros del convento agustino, haciendo del paraíso el tema pictórico.

Si buscas sabores exóticos encontrarás frutas poco comunes en los puestos de la plaza o platillos en que se combinan los productos locales, servidos en restorancitos pintorescos.

Para los amantes del senderismo y el montañismo, es un lugar ideal. Y para los creyentes, un remanso en el último tramo de peregrinación a Chalma.

En fin, no cabe más que subrayar que Malinalco se parece mucho a nuestra idea de paraíso terrenal… yo, difícilmente me iré de aquí.

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EL NIÑO BENITO JUÁREZ

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