Si te preguntaran: ¿qué lugar te parece perfecto para
vivir? ¿qué responderías?
Yo he pensado, desde hace unos 25 años, cuando tuve la
suerte de visitar a Luis Mario Shneider en su casa de Malinalco, que tal era el
sitio perfecto para un escritor… y hoy, heme aquí, recién llegada a este pueblo
mágico de nuestro estado, mirando las míticas montañas mientras les comparto
una probadita acerca de Malinalco.
Malinaco, cuyo nombre se refiere a la flor de Malinalli o
flor del zacate, se encuentra en el sur de nuestro estado, en la llamada ruta
de los santuarios que pasa por Tenango y conduce hasta Chalma. Tiene un clima
de templado a cálido, equiparable al que ha dado a Cuernavaca el nombre de ciudad
de la eterna primavera. Desde luego, tal es la primera cualidad que lo hace
atractivo para vivir. Además, conserva el ambiente provinciano, pero con
suficientes servicios.
Uno
se enamora a primera vista, no hay ángulo visual que no esté poblado de
belleza: las montañas, árboles, flores, callejuelas flanqueadas por fachadas
encantadoras. Luis Mario lo expresó así en la introducción a la monografía que escribió,
publicada en 1999:
No
es fabulación, ni resulta gratuito el difundido pensamiento que atesora la
gente lugareña al decir que el Señor Misericordioso quiso hacer recordar a los
hombres del Estado de México el inmemorial paraíso terrenal y por ello creó la
región de Malinalco.
Exuberante
naturaleza, paisajes protegidos entre serranías, peñascos y verdores, arropados
por un cielo solar y azul, por noches de estrellas centellantes, sitio de
murmullo de aves, resonancia de aullidos, de sabores, de frutas, de aire
cálido, de olores de vegetación tropical, pero más todavía, de habitantes
generosos, recónditos de mística, trabajadores y divertidos, sinceros y
acogedores. Sí, Malinalco es un territorio de prodigalidades y purezas,
adánico, cargado de magia y energía, agradecido.
Ciertamente,
Shneider no exageraba. Todos esos halagos están cargados de verdad. Aquí,
además de belleza, se respira tranquilidad, algo que tanta falta hace en estos
tiempos. Se puede caminar por las calles del centro sin sentir que van a
asaltarte o quedarás en medio de una balacera y también es posible dormir sin
miedo.
Si
te gusta la historia, como es mi caso, sientes que te envuelve ese pasado en
que los guerreros mexicas de élite venían a perfeccionar su entrenamiento y participar
del ritual de iniciación en el templo excavado en la montaña. O pertenecer al
equipo de tlacuilos que tan bellamente decoraron los muros del convento
agustino, haciendo del paraíso el tema pictórico.
Si
buscas sabores exóticos encontrarás frutas poco comunes en los puestos de la
plaza o platillos en que se combinan los productos locales, servidos en restorancitos
pintorescos.
Para
los amantes del senderismo y el montañismo, es un lugar ideal. Y para los
creyentes, un remanso en el último tramo de peregrinación a Chalma.
En
fin, no cabe más que subrayar que Malinalco se parece mucho a nuestra idea de
paraíso terrenal… yo, difícilmente me iré de aquí.
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