Mis novelas

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viernes, enero 21, 2022

HAYREDDÍN BARBARROJA

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Durante el gobierno de Suleimán el Magnífico, hubo un personaje crucial en la expansión otomana por el Mediterráneo: el corsario que hizo leyenda, temido como ningún otro por la cristiandad del siglo XVI. Se trata de Hayreddín Barbarroja, que se convirtió en leyenda de crueldad, ambición y lujuria.

Su verdadero nombre era Hizir, uno de los tres hijos de Yakup, albanés que vivía en la isla de Lesbos. El hermano mayor de Hizir, Aruj, fue quien se inició con éxito en la navegación y el comercio con África del Norte, donde adquirió el sobrenombre de Barbarroja que, muerto en una batalla contra los españoles, pasó a su hermano, junto con el mando sobre el bastión de Argel.

En 1533 Barbarroja se presentó ante el sultán Suleimán buscando una alianza para protegerse de los incesantes ataques españoles sobre Argel. El sultán descubrió la gran astucia y valor del corsario, que era un gran guerrero, políglota y avezado político, así que al poco tiempo, lo nombró comandante de las fuerzas navales de su imperio, amén de ratificarlo como virrey de Argel.

Hayreddín sumaba conquistas año con año. En 1538 había anexado al imperio otomano 28 islas de los mares Egeo y Adriático y algunos pueblos de la costa sur de Italia.

Muchos de esos territorios se los arrebató a la República de Venecia, cuyo Dogo acudió al Papa para que intercediera por la ayuda de todos los reinos de la cristiandad, convocando a una cruzada contra los musulmanes turcos. España y Portugal atendieron al llamado de Roma y unieron sus fuerzas a las de Venecia para formar una armada cruzada, que comandó el genovés Andrea Doria, quien ya se desempeñaba como almirante de las naves de Carlos V. Doria y Barbarroja, como cabezas de las dos fuerzas navales más importantes del Mediterráneo, se enfrentaron en 1538 en el Golfo de Préveza. El otomano venció al cristiano en esa primera de muchas batallas.

La estrategia y la ingeniería mantenían a estos rivales históricos siempre ocupados en mejorar sus equipos y formaciones. En cada escenario, la combinación de galeras, galeotas, galeones y veleros, así como el alcance de los cañones y el diseño de las naves, determinaban en gran medida el desenlace del encuentro. Ninguno de estos dos grandes guerreros del mar, sino sus sucesores: don Juan de Austria por parte de los cristianos y Alí Pashá, de los otomanos, se enfrentarían en 1571, en la célebre batalla de Lepanto, donde la flota de la Liga cristiana infringiría una devastadora derrota a los turcos.

Sobre estos personajes y batallas navales, te propongo acercarte a mi más reciente novela, De estirpe guerrera, publicada por Textofilia ediciones.

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