En el suroeste
del Municipio de Metepec, distante tres kilómetros de la cabecera, se encuentra
el pueblo de Santa María Magdalena Ocotitlán, en cuyo nombre se combinan el de
su santa patrona, María Magdalena, y la voz náhuatl Ocotitlan, que significa
“entre el árbol de las teas, o entre pinos y ocotes”, cuyas raíces son ococuahuitl, árbol de las teas y titlan, entre. Su ubicación geográfica y
el nombre indígena nos dan cuenta de que fue en la antigüedad, antes de la
explotación irracional, un sitio boscoso, rico en coníferas. Hoy restan unos
cuantos árboles.
Relacionada
siempre en la historia con San Bartolomé Tlaltelulco, el pueblo vecino, podemos
inferir que estuvo también poblada por tlaltelolcas, llegados al Valle a raíz
de la conquista del señorío matlatzinca por la Triple Alianza, en 1474. Los
tlaltelolcas eran conocidos por su bravura, y durante la Colonia provocaron con
frecuencia sublevaciones y alegatos en contra de los encomenderos y los
gobernantes locales.
Cuando
se instalaron aquí los españoles, Santa María Magdalena Ocotitlán se constituyó
como parte de la doctrina de Metepec; era uno de los seis pueblos de visita de
los evangelizadores, con la calidad administrativa de “estancia”, es decir, de menor
importancia que la cabecera. Se decía
misa en su capilla, dedicada a Santa María Magdalena, un domingo de cada mes.
La iglesia,
construida durante el siglo XVIII, gracias al primer cura secular de Metepec,
Don Cayetano Jacinto de Sotomayor, es quizás la más bella de las capillas de
Metepec. Su fachada barroca, cóncava, y la época en que se construyó, dan
cuenta de que fue diseñada por el mismo arquitecto que la parroquia de San Juan
Bautista. Se cree que la construcción que hoy constituye la sacristía, fuese la
capilla original. La decoración interior ha sido totalmente rehecha, pues la
iglesia sufrió un incendio total en 1922.
La fiesta
principal del pueblo se celebra el 22 de julio, día de Santa María Magdalena,
aunque se acostumbra recorrerla al domingo siguiente. También es fundamental la
fiesta de la Asunción, el 15 de agosto y, desde luego, las celebraciones en
honor de San Isidro Labrador.
La Magdalena
Ocotitlán, como se conoce extraoficialmente al pueblo, tiene como principal
actividad económica la fabricación de ladrillo, tejas, loseta de barro y
productos relacionados. De ahí que sus habitantes reciban el mote popular de
“los tabiqueros”. Esta industria se encuentra en proceso de adaptación a los
nuevos tiempos, pues solía utilizar combustibles altamente contaminantes. Paradójico, si se piensa que se trató de un
bosque, un sitio productor de aire puro.
Otro de los
retos a los que se enfrenta La Magdalena es conservar su orgullo y tradiciones,
ya que su posición actual de lugar de paso desde el centro de Metepec hacia
Zacango y hacia Toluca por el camino de San Jorge, además de la construcción de
fraccionamientos y escuelas en su territorio, la exponen a perder su identidad.
Entre los
personajes sobresalientes de esta comunidad se encuentran el profesor Pascual
Estrada Sánchez, benefactor del pueblo allá por la década de 1920 y los
deportistas Martín Alarcón Hisojo y Valentín Robles Romero. Porque en este
pueblo, el deporte es una actividad prioritaria.
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