Los escritores vivimos soñando… y deseamos compartir
dichos sueños, casi siempre a través de la palabra. Pero hubo un compañero de
oficio, un maestro, que no se limitó a soñar por escrito: Luis Mario Shneider,
enamorado de Malinalco, soñó con un museo que explicara la historia, la
cosmovisión y el sentir de los habitantes del lugar que había elegido para
pasar muchos años. Así que buscó la ubicación perfecta: en la esquina de las
calles Amajac y Agustín Melgar, a unos pasos de la entrada a la zona
arquelógica, y adquirió la propiedad que legaría, junto con sus demás bienes, a
su querido pueblo.
Construido expresamente con un bellísimo proyecto de
guion museográfico que se sustenta en la visión prehispánica del tiempo y el
universo, el sueño de Luis Mario se hizo realidad poco después de su fallecimiento.
Los especialistas de la Universidad Autónoma del Estado de México materializaron
asombrosamente el objetivo del benefactor: el museo debería transmitir la
filosofía de los antiguos pobladores, la historia del lugar y dar al visitante
una visión integral, “a ojo de pájaro” de Malinalco: el medio ambiente, la
flora y fauna, la historia, las tradiciones, las costumbres de sus habitantes.
Así, en un recorrido de media hora, se obtiene una idea global del lugar y, se
los aseguro, se sale del museo con una lista de deseos para continuar visitando
y explorando el pueblo y sus alrededores.
El plato fuerte de estas salas de exhibición es la copia,
en una escala de 1 a 1, del imponente templo monolítico que hace de Malinalco
un lugar único en el mundo. Excavado en la montaña, simula las enormes fauces
abiertas de un Cipactli, el Monstruo de la Tierra. Allí, de acuerdo con los
especialistas, se llevaba a cabo la ceremonia de graduación de los guerreros
mexicas de élite, los caballeros águila y tigre, después de completar un duro
entrenamiento y aprobar los exámenes de aptitud.
A diferencia del templo original, en la cumbre del
llamado Cerro de los ídolos o Texcaltepec, en el museo sí se puede entrar al
templo, es decir, a las fauces del Cipactli, una experiencia fascinante, en
especial para los pequeños.
En verdad, vale la pena acercarse a este sitio y hacerlo
caminando desde el centro del pueblo, para disfrutar de las callecitas por
donde se llega a él, pasar frente a la hermosa capilla de Santa Mónica, con su
fachada azul añil. Luego, ya dueños del preámbulo informativo, es momento de iniciar
el ascenso al Texcaltepec, visitar el convento agustino, merodear por los
barrios y sus callejuelas, o emprender alguna ruta de senderismo.
Yo recomiendo siempre a quienes visitan Malinalco,
comenzar por el museo, introducirse al sueño de Luis Mario Shneider. Les
aseguro que no se arrepentirán.
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