Mis novelas

Mis novelas
Mis novelas

jueves, diciembre 08, 2022

FRANCISCO PIZARRO

-->
DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Similar, en cuanto a origen humilde, a la historia de otros grandes conquistadores de la historia, es la de Francisco Pizarro, el extremeño que logró vencer a uno de los más grandes imperios de América: el de los súbditos del gran Inca, que abarcaba entonces toda la parte occidental del Sudamérica.

Este hombre, hijo natural de un militar español y una campesina, tuvo una infancia difícil, ensombrecida por la pobreza y la ignorancia, trabajando en la porqueriza de la finca donde su madre era doncella, en la población de Trujillo, España. En cuanto tuvo edad para desear un futuro menos oscuro, se dirigió a Sevilla y se alistó en los tercios que luchaban contra los franceses. Allí supo de las expediciones hacia el nuevo continente que, según contaban, estaba cubiertas de oro y buenas tierras. Entonces se embarcó con rumbo a La Española, donde permaneció un tiempo antes de embarcarse de nuevo para la conquista de la tierra firme. 

En la tierra que hoy es Colombia, se dio cuenta del tamaño del peligro que enfrentaba, cuando varios de sus compañeros fueron muertos por el veneno fulminante de las flechas aborígenas; pero también creció su ambición al ver que estos salvajes, apenas cubiertos con taparrabos, se engalanaban con joyas de oro finísimo. Y esto, le contaban sus informantes, era nada en comparación a la riqueza de “El Birú”, la tierra que estaba subiendo el caudaloso río, allende los altísimos picos nevados de los Andes.

Era el año de 1524; las noticias de la caída de Tenochtitlan llegaban frescas para alimentar la sed de gloria y oro de los españoles. Pizarro se unió a Diego de Almagro y Hernando de Luque, para sumar fuerzas y recursos, pues la empresa llevaría tiempo, hombres y mucho dinero. Viajaron a través de Panamá, para llegar navegando por la costa del Pacífico. Dos años después, agotados y desanimados, arribaron a la isla del Gallo. Allí, una buena parte de los hombres, amotinados, se negó a continuar. Entonces ocurrió el incidente que dio a Pizarro fama de valiente. Así lo cuenta el historiador Antonio del Busto:

“El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la arena: Por este lado se va a Panamá, a ser pobres; por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere”. 

Sólo trece hombres, “los trece de la fama”, cruzaron hacia la aventura. Con ellos y algunos refuerzos, llegó Pizarro al corazón del imperio Inca en 1531, en el oportuno momento en que la viruela cobraba la vida del emperador, el Inca Huayna Cápac, y sus sucesores, Atahualpa y Huáscar, desataban una guerra civil. Pizarro aprovechó la crisis, tomó prisionero a Atahualpa y, a pesar de que sus partidarios pagaron el rescate más grande de la historia: llenaron un cuarto de oro hasta la altura de su príncipe, y no obstante, también, que entre el trujillano y el inca surgiera un mutuo respeto que se convirtió en amistad, terminó ajusticiándolo, aunque se negó a quemarlo vivo. 

Una vez tomado el control, Pizarro afianzó su poder aliándose a la nobleza del Cusco y contrayendo matrimonio religioso con la princesa inca Quispe Sisa, bautizada como Inés y construyó su palacio en la ciudad que nombró Trujillo, como su tierra natal. Bella ciudad que, por cierto, es hermana de nuestro Metepec desde hace cerca de dos décadas.

Sin embargo, la rivalidad que acabó con su gobierno y aún con su vida no surgió de los indígenas, sino de los Almagro. 

Cuenta la leyenda que sobre los Pizarro cayó la llamada “maldición peruana”, en venganza por la muerte de los emperadores incas, y que su poder y riqueza sólo les acarreó desgracias y muerte. Tal creencia se ilustra en una placa, en el museo de Pizarro, en Trujillo, España.


No hay comentarios.:

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...