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viernes, diciembre 23, 2022

LAS PIÑATAS

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DE LIBROS Y OTROS PLACERES

Estamos ya en la temporada navideña. Tiempo de reuniones y celebraciones tradicionales, que bien vale la pena conservar. Entre ellas, las mexicanísimas posadas, con sus antojitos, ponche y la infaltable piñata… que no es, por cierto, tan mexicana. En realidad, este objeto, hoy tan representativo de nuestra cultura, tiene una historia muy internacional, y muy larga.

La palabra piñata (pignatta), de origen italiano, significa en esa lengua “olla”. Pero no fueron los italianos quienes inventaron colgar una olla y romperla a palos. Marco Polo, el famoso marino del siglo XIII, importó esa curiosidad de uno de sus viajes a China. Allá en el lejano oriente, los mandarines golpeaban ollas decoradas en forma de animales, hechos con papel de colores, y rellenas de semillas, para augurar la fertilidad en el año nuevo. Una vez rota, los restos se quemaban y las cenizas se esparcían en la tierra para darle buena suerte en esa cosecha.

Con esta idea de las cenizas, primero en Italia y luego también en España, durante el siglo XIV, se comenzaron a romper ollas el domingo siguiente al Miércoles de Ceniza.

Cuando los frailes evangelizadores llegaron a la Nueva España, se encontraron con una tradición bastante similar entre los indígenas. Aquí, los sacerdotes de Huitzilopochtli colgaban de un palo, en el templo de ese dios de la guerra, una olla de barro, decorada con plumas de colores. Estaba llena de tesoros que se ofrendaban a la deidad, para no caer en desgracia ante tan fiero personaje.

En la doctrina cristiana, se le han dado varios significados a la piñata, especialmente a la estrella de siete picos, su forma tradicional por excelencia. Estos conos se asocian a los siete pecados capitales: envidia, gula, lujuria, ira, soberbia, avaricia y pereza, vistosamente ornados por el poder del mal para tentar a los pecadores.

También se asocia con el juego de romper la piñata a las virtudes teologales. Los ojos vendados son el símbolo de la Fe, que debe ser ciega; el hecho de colgar la piñata en alto, hace que los participantes volteen hacia el Cielo llenos de Esperanza en el premio que recibirán al vencer la tentación del pecado. Finalmente, la fruta y los dulces que caen para todos son el símbolo de la Caridad.

Hoy en día muy pocas personas piensan en todo esto mientras rompen la piñata, sino en un juego sano y divertido. La costumbre se ha extendido más allá de nuestras fronteras. A los Estados Unidos la llevaron los miles de paisanos que han emigrado con la esperanza de una vida mejor. Pero muy lejos de aquí, en las zonas rurales de la India, se ha adoptado con alegría nuestra piñata.

No dejemos a un lado la tradición de romper piñatas, ni de cantar el Dale dale a cada uno de los participantes. Y también, por qué no, a utilizar este objeto bello y vistoso en la decoración navideña.


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