Mis novelas

Mis novelas
Mis novelas

viernes, marzo 18, 2022

MARÍA LUISA BOMBAL

-->
DE LIBROS Y OTROS PLACERES

En la primera mitad del siglo XX, esos años en que la humanidad se pobló de artistas trascendentes, nació una escritora excepcional, a quien algún estudioso ha llamado “la madre de las letras latinoamericanas”. María Luisa Bombal era su nombre. El de sus novelas más famosas: La última niebla y La amortajada. Entre sus amigos, admiradores de su talento, se contaron Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Alfonso Reyes y Federico García Lorca, por nombrar algunos.

María Luisa nació en Viña del Mar, Chile, en 1910, bajo el signo de géminis, al seno de una familia tradicional. Recibió una educación acorde a su origen, en un colegio francés, privado, a manos de las monjas del Sagrado Corazón.

Al zodíaco achacaba ella sus contradicciones, hasta alegaba que en su espíritu habitaban dos mujeres: una racional, cerebral, que ejercía sobre el mundo un análisis casi científico. Otra imaginativa, sensible, enfocada a lo intangible.

Todo cuanto sea misterio me atrae –escribió—. Yo creo que el mundo olvida hasta qué punto vivimos apoyados en lo desconocido. Hemos organizado una existencia lógica sobre un pozo de misterios. Hemos admitido desentendernos de lo primordial de la vida, que es la muerte. Lo misterioso es para mí un mundo en el que me es grato entrar, aunque sólo sea con el pensamiento y la imaginación.

Ese misterio en el que la Bombal se introduce, es, fundamentalmente, la intimidad femenina, sus pensamientos, sufrimientos y su sensualidad. Avanzada para su tiempo, antes que las mujeres adquiriesen el derecho al voto, ella es la primera latinoamericana que se atreve a describir, con elegancia y poesía, el acto sexual y el orgasmo femenino.

En su primera novela, La última niebla, dice: Entonces él se inclina sobre mí y rodamos enlazados al hueco del lecho. Su cuerpo me cubre como una ola hirviente, me acaricia, me quema, me penetra, me envuelve, me arrastra desfallecida. A mi garganta sube algo así como un sollozo, y no sé por qué empiezo a quejarme, y no sé por qué me es dulce quejarme, y dulce a mi cuerpo el cansancio infligido por la preciosa carga que pesa entre mis muslos.

En La amortajada, su segunda novela, va más allá, con esta fascinante descripción:

Pero cierta noche sobrevino aquello que ella ignoraba. Fue como si del centro de sus entrañas naciera un hirviente y lento escalofrío que junto con cada caricia empezara a subir, a crecer, a envolverla en anillos hasta la raíz de los cabellos, hasta empuñarla por la garganta, cortarle la respiración y sacudirla para arrojarla finalmente, exhausta y desembriagada, contra el lecho revuelto. ¡El placer! ¡Con que era eso el placer! ¡Ese estremecimiento, ese inmenso aletazo y ese recaer unidos en la misma vergüenza!

La autora de estos himnos al amor no tuvo, paradójicamente, mucha suerte en esa materia. Sin embargo, fue siempre fiel a su admiración por esta fuerza del alma humana. En una entrevista, al ser cuestionada al respecto, dijo: El amor es lo más grande de la vida. Ante el amor todas las demás emociones de la vida son emociones subalternas.

No hay comentarios.:

Soñar...

Mi mayor placer es soñar. Soñar dormida y más, despierta. Dejar volar la imaginación y tratar de convertir esos sueños en palabras.

EL NIÑO BENITO JUÁREZ

--> DE LIBROS Y OTROS PLACERES Un personaje que no debemos olvidar, por su importantísimo legado a la formación de este país, es...